Editorial.
Las escenas del presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker tambaleándose bajo los efectos del alcohol, en la cumbre de la OTAN entran de lleno en el terreno de la indignidad y el despropósito. Podría ser tomada como una escena hilarante difícil de mejor por Mr Bean, pero hablamos de una cumbre de la OTAN, donde se supone que se tratan materias de la máxima importante sobre la seguridad, y del presidente de la Comisión Europea, puesto desde el que se ponen gravosos deberes a estados y ciudadanos, desde donde se conspira para destruir la identidad de las naciones y donde, con un patente alcohólico, se pretende fortalecer una entidad supranacional que, en sus delirium tremens, quiere una Europa sin fronteras.
Que a la patente borrachera besucona de Juncker se haya unido la mentira ulterior evacuada por la boca por el portavoz de la Comisión Europea, Margaritis Schinas, de que se trataba de un ataque de ciática lo que le hacía andar tembloroso, muestra el nivel de degradación moral de las instituciones comunitarias, sobre las que no se ejerce ningún control democrático.
Según el portavoz, “el presidente quiere dar las gracias públicamente a los primeros ministros [holandés] Mark Rutte y [portugués] Antonio Costa por haberle ayudado en ese momento doloroso. Se está medicando y ahora se encuentra mejor». Manifiestamente Mark Rutte y Antonio Costa tenían que llevarse en volandas y cada vez que se paraba, Juncker daba traspiés hacia atrás hasta tener que ser sostenido.
Ante la pregunta de si Juncker estaba borracho, el portavoz de la Comisión consideró que «era de mal gusto que algunos medios hicieran algunos titulares insultantes aprovechándose del dolor» del presidente de la Comisión Europea. Lo que es de mal gusto es que un personaje tan abyecto y deleznable como Juncker esté al frente de la Comisión Europea y ahí lleve desde el 1 de noviembre de 2.014, cuando es un conocido adicto al alcohol.
No es la primera vez que Juncker aparece borracho en actos públicos. Con borracheras descomunales, borracho como una cuba, tras haber bebido como un cosaco o cualesquiera de los dichos coloquiales referidos a las más intensas ingestas de bebidas espirituosas. No se le puede ni debe consentir dar un espectáculo tan bochornoso. Es responsabilidad de los presidentes del Gobierno de los 27 proceder a su inmediato relevo. Estamos ante un manifiesto incapaz que no es capaz de mantenerse en pie y cuyo cerebro debe estar seriamente dañado. Necesita ser ingresado por un largo tiempo en una clínica de dexintoxicación. Juncker encarna toda la degradación que hoy, aquí y ahora, representa la Unión Europea.