Virginia Montes.
«El pueblo alemán se rebela contra sus gobernantes mientras la inmigración resquebraja una coalición ya frágil», ha escrito en un tweet publicado el 18 de junio el presidente de los Estados Unidos. Esa opinión está avalada por un reciente sondeo alemán que revela que el 90% de los alemanes desearían las expulsiones de los inmigrantes sin derecho de asilo. El porcentaje no deja lugar para la duda: la población está del lado del ministro del Interior que lleva días enfrentándose a la laxitud de Ángela Merkel.
Donald Trump remacha: «la criminalidad aumenta en Alemania. Un grave error ha sido cometido en toda Europa: dejar entrar a millones de personas que han fuerte y violentamente cambiado su cultura». La polémica ha sido inmediata, porque las autoridades alemanas se han felicitado de un descenso de las agresiones violentas en 2.017. Es cierto, han caído el 5,1% en relación con 2.016.
Pero los detractores de Trump omiten de precisar que la criminalidad ha aumentado a raíz de la invasión migratoria: 10% más de crímenes violentos en los años 2.015 y 2.016. El mismo estudio realizado por el Gobierno alemán, publicado en enero, concluye que el 90% del aumento era provocado por jóvenes clandestinos, entre 14 y 30 años. El aumento de la criminalidad está estrechamente ligado a la acogida de 1,1 millones de clandestinos durante el año 2.015.
De hecho, las cifras del Ministerio alemán de Interior sobre 2.016 revelan también una implicación de los extranjeros y los clandestinos superior a la de los alemanes en el campo de la criminalidad. Y en alza. La proporción de extranjeros entre las personas sospechosas de actos criminales era del 28,7% en 2.014, pasó al 40,4% en 2.016 y al 35% en 2.017 (bastante por encima del 2.014).
En 2.016, los extranjeros eran 3,5 veces más implicados en crímenes y los clandestinos 7 veces más que los alemanes. Las cifras son mucho más elevadas en crímenes violentos (5 veces más los extranjeros, 15 veces más los clandestinos) o en violaciones (10 veces más los extranjeros, 42 veces más los clandestinos).
A pesar de la incesante propaganda buenista, y de las monsergas de Ángela Merkel, los alemanes están convencidos de la realidad: la inmigración ha traído un aumento importante de la inseguridad.