
José Donís Catalá.
“Los mossos tenían ‘fichados’ a tres terroristas de Las Ramblas y lo ocultaron tras la masacre”, este es el titular que abre hoy lunes 5 de marzo el digital de Pedro J. Ramírez. Como bien señala el diario, los 17 meses que llevaban fichados por la policía autónoma no casan bien con lo que esa misma policía aseguró: “radicalización exprés”. Y sumamos esto al resto de circunstancias envueltas en los atentados de Barcelona y Cambrils.
El líder e imam de la célula, Abdelbaki Es Satty, pasó cuatro años en la prisión de Castellón por narcotráfico, y la policía belga alertó a los Mossos d’Esquadra por sus constantes viajes a Marruecos y radicalización islámica.
El 25 de mayo de 2017, tres meses antes de los atentados, la norteamericana CIA manda una advertencia a la policía autonómica con tres datos relevantes: 1º El Estado Islámico va a atentar en España, en Barcelona. 2º Será en verano. 3º Será en La Rambla. ¡La CIA! Y ni caso.
El 16 de agosto a las 23:17 horas estalla una vivienda “okupada” donde mueren dos musulmanes y otro queda herido. Con el desescombro hay una segunda explosión que deja heridos a seis policías y dos bomberos. Se encuentran 120 bombonas de butano, 500 litros de acetona con cantidades indeterminadas de bicarbonato y agua oxigenada, junto a una gran cantidad de clavos, es decir, los componentes de la llamada «madre de Satán». Almohadas, bridas y otros enseres para atar los explosivos y las bombonas a las tres furgonetas alquiladas para perpetrar la masacre. La juez de Instrucción número 2 de Amposta, doña Sonia Nuez Rivera, tras la inspección ocular informa a la policía que las bombonas «podían estar preparadas para un atentado». La respuesta policial es de todos conocida:«Señoría, no exagere».
Sumemos a todo esto otros datos que están por confirmar, como los contactos del imam con el CNI, más las “ejecuciones extrajudiciales” de los terroristas, a decir de varios representantes políticos, y ya nos sobra material para montar una conspiranoia en condiciones.
Pero… el diario de Pedro J. Ramírez no da el paso. Ni una palabra sobre esa posible conspiración. ¿Por qué?
Es fácil ver grandes conspiraciones mundiales donde solo existe la siempre minusvalorada imbecilidad humana. Y eso es todo. Una pizca de negligencia, unos cuantos errores garrafales y la consabida idiotez del ser humano hacen que nuestra navaja de Ockham se decante en la explicación de los hechos. Con estos mimbres se han vendido cestos conspiranoicos.