Miguel Sempere.
En la historia de la Justicia no hay un caso de mayor injusticia que el llamado «caso Blanquerna» en el que han sido condenados 14 patriotas por interrumpir durante un minuto un acto sedicioso. En términos de legitimidad, merecerían el reconocimiento de la nación; en términos de legalidad, una multa por los escasos desperfectos. Se han vulnerado todos los principios del Derecho, para utilizar con doble moral, doble vara de medir los llamados delitos de odio. De modo, que mientras la portavoz de Podemos en el Ayuntamiento de Madrid, Rita Maestre, fue absuelta con los patriotas de Blanquerna se han cebado, primero la Audiencia Provincial y luego el Tribunal Supremo.
Hoy cuatro miembros de La Falange, con su jefe nacional Manuel Andrino, iban a ingresar en prisión, pero han recibido horas antes una notificación que prorroga 15 días su ingreso. Andrino, tras recoger su citación de prisión el pasado 27 de septiembre en la Audiencia Provincial de Madrid señaló ante los medios que la Justicia «se ha convertido más que nunca en injusticia».
Los cuatro patriotas falangistas acudieron a la Audiencia Provincial a recoger sus citaciones de prisión acompañados por medio centenar de compañeros y amigos con banderas de España y pancartas. Enfrente de la Audiencia y vigilados por policías nacionales, corearon gritos como «Puigdemont, a prisión», «España uno, no 51», «No nos engañan, Cataluña es España», «Unidad nacional», «Separatistas, ilegalización» o «Rajoy, traidor, defiende la Nación».
Estas citaciones de entrada en prisión se produjeron después de que el Tribunal Supremo modificara en enero las penas impuestas por la Audiencia Provincial de Madrid, al considerar que se podía aplicar el agravante de obrar por motivos de discriminación ideológica. Tras la subida, las condenas pasaron de una horquilla de entre los seis y ocho meses de prisión por el delito de desórdenes públicos hasta las penas actuales, que oscilan entre tres años y once meses y cuatro años y dos meses.
A los magistrados del Supremo: “Dígnense leerme esta sentencia mirándome a los ojos”