Virginia Montes.
El llamado Estado islámico de Irak y Siria (ISIS), que consiguió su mayor extensión territorial en 2014, está cosechando derrota tras derrota, de forma que las prudentes previsiones establecen que el «califato» no tendrá ni un metro de territorio en su poder para octubre.
Fuerzas de Siria Democrática, liderada por los peshmergas kurdos, controla ya el 65% de Raqa, tras tomar el casco viejo de la ciudad y un total de 14 barrios, incluido Al Dariya, considerado la «fortaleza estratégica» de los terroristas en la ciudad. Tras las liberaciones de Mosul y Al Afar, en Irak, la de Raqa -capital del «califato»- se espera para octubre; momento en el que también se da por segura la entrada de las fuerzas del gobierno legítimo de Siria en Deir al Zur, el último bastión de Daesh.
En manos terroristas queda también Idlib, en este caso en poder del Frente Al Nusra, la filial siria de Al Qaeda, que también se espera liberar para ese mes de octubre.
Estamos, pues, ante el último tramo hacia el final de la guerra y ahora toca establecer planes para el día después. Los de la ONU son que se proceda a celebrar elecciones un año después. Esta situación ha de empezar a tener efecto en la política de «refugiados» en Europa, que tendrá que empezar a volver a sus casas.