Miguel Sempere
Susana Díaz, la ignorante proteica, ha iniciado una cruzada contra Pedro Sánchez, que tiene algo que ver con los resultados electorales, pero que parece predeterminada estuviera la urna media llena o medio vacía.
Esa cruzada la está haciendo aparecer como la mejor amiga y aliada de Mariano Rajoy, para extrañeza de extraños y de propios. Si otro conspicuo barón, como el extremeño Guillermo Fernández Vara, se ha alineado con sus tesis, empieza a haber importantes descartes de la conspiranoia.
El más relevante es el del barón manchego, Emiliano García-Page, que en una metáfora casi propia de José Bono, ha dicho que el PSOE no puede ser “el monaguillo” de Rajoy y ha resaltado lo obvio: ser alternativa “es incompatible no ya con un apoyo a Rajoy sino con lo que va a venir después”. Para que se entienda, abstenerse en el debate de investidura no tiene mucho recorrido porque el PSOE no va a estar absteniéndose todo el tiempo.
Así que García Page le recomienda a Rajoy que tiene que “cambiar de chip y de óptica” para intentar formar Gobierno e “intentar fraguar un escenario de razonable estabilidad” pero no “con quien tiene que convertirse en su alternativa”. Lo que “está esperando Rajoy es saber si estirando la cuerda, cruzándose de brazos, al final se lo van a dar por sentado”. Una postura, la de García-Page, muy distante de la de la baronesa Susana Díaz.
Tampoco en la Federación valenciana están en la misma onda de la andaluza. José Luis Abalos, secretario general del PSOE de Valencia, ha propuesto preguntar a las bases sobre el apoyo o no a Mariano Rajoy. La respuesta sería obvia.
Mientras, no teniéndolas todas consigo, Pedro Sánchez se ha ido a darle el cabezazo al amo del cortijo socialista, Felipe González.