Enrique de Diego.
El flamante secretario de Salud del Gobierno de los Estados Unidos. Robert F Kennedy ha anunciado, flanqueado por sus estrechos colaboradores, la prohibición de la timo vacuna para niños y embarazadas contra el COVID, que en una broma macabra más, uniendo la codicia irrestricta y el ánimo criminal contumaz, se vende también contra la gripe. No hay ni un ápice de ciencia en esta ponzoña venenosa. La respuesta de la genocida Moderna ha sido retirar su veneno. También la FDA, dependiente del flamante Robert F Kennedy, obligará a las pútridas farmacéuticas a poner de forma manifiesta los riesgos cardio vasculares de la vacuna COVID. Un pequeño detalle, como la plaga de miocarditis, que estos canallas asesinos obviaron.
Dos palos tremendos a la línea de flotación de las farmacéuticas, Pfizer y Moderna. Es lo menos que se puede hacer con estos mafiosos sedientos de sangre. Pero a estas alturas lo que falta, lo que se impone es la detención inmediata de Bill Gates, Anthony Fauci, Albert Bourla y demás gentuza de esta calaña, porque cómo se restituye, cómo se paga por todos los niños masacrados y por todas las embarazadas que han perdido a su hijo en sus entrañas. Ese crimen, típicamente norteamericano, clama al Cielo, donde no ha de estar Bergoglio con su baboso «acto de amor».
Ha llegado el tiempo de que cualquier medida que no pase porque los juzgados condenen a pena de muerte a esos desalmados es marear la perdiz.