El FC Barcelona ha cerrado la renovación de Lamine Yamal hasta 2031, un movimiento que, según el padre del jugador, Mounir Nasraoui, supone un contrato de 19,3 millones de euros netos por temporada, según desveló en una publicación en Instagram que ha generado revuelo. A sus 17 años, Yamal, considerado la joya de La Masia, se convierte en uno de los futbolistas mejor pagados del mundo.
El joven extremo, que debutó con apenas 15 años de la mano de Xavi Hernández, a quien algunos califican de «niñato» por su actitud en ocasiones arrogante y su ascensión, carga ahora con la presión de un contrato multimillonario que podría torcer su carrera de aquí a 2031. La historia del fútbol está llena de promesas que se apagaron bajo el peso de la fama y el dinero, y Yamal no está exento de ese riesgo. A su edad, la madurez mental y la disciplina serán clave para no descarrilar.
El anuncio del salario, filtrado por su propio padre en Instagram, ha añadido más leña al fuego. Mounir Nasraoui, una figura controvertida, no solo ha aireado la cifra astronómica, sino que también ha estado en el centro de la polémica por otros motivos. En agosto de 2024, Nasraoui fue apuñalado en un aparcamiento de Mataró, un incidente que, según algunas fuentes, podría estar relacionado con tensiones derivadas de la decisión de Lamine de representar a España en lugar de Marruecos, país de origen de su padre. Aunque Yamal tuvo la opción de jugar con la selección marroquí, optó por España.
Por otro lado, la renovación de Yamal pone el foco en Joan Laporta, presidente del Barcelona, cuya gestión económica sigue siendo un polvorín. El club, ahogado por una deuda que supera los 1.000 millones de euros, apuesta por contratos desorbitados como el de Yamal para retener a sus estrellas, pero esta estrategia huele a huida hacia adelante. Laporta, acusado por muchos de ser un adicto a la deuda, parece confiar en que los ingresos futuros del nuevo Spotify Camp Nou y los éxitos deportivos salvarán las cuentas del club. Sin embargo, el precedente de jugadores como Ansu Fati, cuyas lesiones y falta de continuidad han mermado su valor tras firmar contratos millonarios, debería servir de advertencia.
El contrato, además, incluye una cláusula de rescisión de 1.000 millones de euros, una cifra que busca blindar al jugador frente a gigantes como el PSG, que ya ofreció 200 millones por él en 2024. Pero, ¿es suficiente un blindaje económico para garantizar la lealtad de un jugador que, con apenas 18 años por cumplir, podría ser tentado por clubes con mayor estabilidad financiera?