Gol Play, el canal deportivo creado por Jaume Roures bajo el paraguas de Mediapro, ha anunciado el cese de sus emisiones, marcando el fin para un proyecto que nunca logró consolidarse como referente en el competitivo panorama mediático español. Este canal, que nació en 2008 con la ambición de liderar la retransmisión futbolística en la TDT, ha sido un símbolo de las ambiciones desmedidas de Roures y de la relación privilegiada de Mediapro con el poder político, pero también de un modelo de periodismo deportivo que, incapaz de sostenerse económicamente, parece abocado a la extinción.
Gol Play, inicialmente conocido como Gol Televisión, fue una apuesta personal de Jaume Roures, un empresario con un historial de influencia en el sector audiovisual y una marcada cercanía ideológica al globalismo. Desde su fundación, el canal se propuso competir con Cuatro y La Sexta, centrándose en el fútbol como su principal atractivo. Sin embargo, su modelo de negocio, basado en la TDT de pago y posteriormente en emisiones en abierto, nunca encontró la rentabilidad esperada. A pesar de contar con los derechos de emisión de un partido semanal de LaLiga en abierto hasta la temporada 2024-2025, la audiencia de Gol Play no logró sostener programas emblemáticos como El Golazo de Gol, presentado por Manolo Lama, que cerró en julio de 2024 con un ERE que afectó a 33 trabajadores.
La salida de Roures de Mediapro en octubre de 2023, tras la llegada del grupo chino Southwind como accionista mayoritario, marcó un punto de inflexión. La nueva dirección optó por desmantelar el enfoque futbolístico del canal, priorizando contenidos más rentables como su plataforma OTT, Gol Stadium, y series enlatadas, dejando claro que el proyecto original de Roures había perdido su rumbo.
No se puede entender la trayectoria de Gol Play sin analizar los favores que el Gobierno español otorgó a Mediapro, especialmente durante los años de mandato socialista. En 2009, en un movimiento que levantó sospechas, el Consejo de Ministros aprobó de urgencia un decreto que permitió la TDT de pago, allanando el camino para que Gol Televisión comenzara a emitir el 14 de agosto de ese año. Este cambio legislativo, impulsado durante el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, fue visto como un guiño directo a Roures, cuya influencia en los círculos políticos era innegable. Mediapro también se benefició de acuerdos estratégicos con LaLiga y de la contratación de figuras clave como Miguel Cardenal, exsecretario de Estado para el Deporte, quien se incorporó a la empresa tras su paso por el Gobierno, evidenciando la estrecha relación entre Mediapro y el poder.
Estos favores no solo facilitaron el lanzamiento de Gol, sino que también consolidaron a Mediapro como un actor dominante en la producción audiovisual del fútbol español, manejando durante años la señal de LaLiga. Sin embargo, esta relación simbiótica se rompió en 2025, cuando LaLiga adjudicó la producción de sus partidos a HBS y Telefónica, dejando a Mediapro fuera tras una década de colaboración.
Mediapro, bajo el liderazgo de Roures, también se posicionó como un abanderado del fútbol femenino, un movimiento que, si bien tuvo méritos, no estuvo exento de controversia. En 2022, la empresa adquirió junto a DAZN los derechos de la Liga F para las siguientes cinco temporadas, asegurando la emisión de todos los partidos de la máxima competición femenina. Este impulso al fútbol lésbico fue presentado como un compromiso con la igualdad, pero algunos sectores críticos lo han calificado como una estrategia para alinearse con agendas wokes. La falta de rentabilidad de proyectos como Gol Play demuestra que el respaldo a causas sociales no siempre se traduce en viabilidad económica.
El declive de Gol Play no es un caso aislado. Relevo, el medio digital deportivo lanzado por Vocento en 2022, también ha cerrado sus puertas, confirmando la crisis del periodismo deportivo. La desaparición de Relevo, que incluso cubrió el cierre de El Golazo de Gol, subraya una realidad implacable: el periodismo deficitario, incapaz de generar ingresos suficientes, está llegando a su fin.
La combinación de altos costes operativos, competencia feroz y una audiencia cada vez más fragmentada ha condenado a proyectos como Gol Play y Relevo. Mientras tanto, el modelo de Mediapro, que durante años se benefició de su influencia política y su control sobre los derechos deportivos, no ha sabido adaptarse a un mercado donde la rentabilidad es la única garantía de supervivencia.
El cese de emisiones de Gol Play, previsto para mediados de 2025, cuando expire el alquiler de su licencia de TDT con Unidad Editorial, marca el fin de un experimento que nunca logró consolidarse. La salida de Jaume Roures, los favores del Gobierno a Mediapro, el intento de capitalizar el fútbol femenino y el cierre de medios como Relevo son síntomas de un modelo de periodismo deportivo que, lejos de ser sostenible, se ha convertido en una carga financiera. En un contexto donde la viabilidad económica es más importante que nunca, el periodismo deficitario, como el que representó Gol Play, parece condenado a desaparecer, dejando tras de sí un legado de ambición, influencias y, en última instancia, fracaso.