Enrique de Diego.
Antes de comenzar la temporada, vaticiné que iba a ser un desastre, que el fichaje de Kylian Mbapeé, el activista casi perfecto que venía poner la guinda en el Real Malí globalista de Florentino Pérez-Kalergi, haciéndole perder por completo su identidad, de tal forma que el Real Madrid no lo iba a conocer ni la madre que lo parió, ni Don Santiago Bernabeu, el tiempo me ha dado completamente la razón. El previsible 4-2 ante el Barcelona deja al Madrid sin posibilidades de ganar la Liga, fracaso que se une a la pérdida de la Copa y a la derrota en la Copa de Europa ante un asequible Arsenal.
Para mayor ridículo y oprobio, cuando Mbapeé justificó el fichaje por un bobalicón Florentino Pérez-Kalergi -ese «ser superior» que dijo el lacayo adiestrado Emilio Butragueño, que no hubiera encontrado colocación en este Real Malí- porque quería ganar títulos, ya que el dinero lo tiene a espuertas, resulta que el PSG ha llegado a la final de la Copa de Europa, sin Mbapeé, mientras el Madrid de Florentino Pérez-Kalergi ha quedado apeado en los octavos de final. Suprema ironía. Mbapeé es la gallina de los huevos de mierda de Florentino, el rey Midas invertido que todo lo que toca lo convierte en mierda.
Es obvio que el Real Madrid no necesitaba a Mbapeé, pero es evidente que a Florentino se le reían los huesos por un jugador en franca decadencia. El Real Madrid precisaba un organizador del equipo después de licenciarse Kroos y pasar a la reserva, siempre pensando en Croacia, Modric. En el Real Madrid hay muchos músculo sin cabeza. Mbapeé se solapa con Vinicius en la misma posición, con lo que ha conseguido que Vinicius juegue mal, mientras el francés de Camerún tampoco resulta decisivo; vamos, que no es Cristiano Ronaldo.
El pútrido globalista Florentino Pérez-Kalergi tiene su merecido. El estrepitoso fracaso de este Real Madrid -una marca, no un sentimiento, no una pasión-