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Antonio Maestre, hasta que no te pinchen las ruedas 33 veces no será nazismo

Redacción




Antonio Maestre denunció en Twitter haber sufrido cinco pinchazos en su coche. Probablemente, el verdadero culpable de los pinchazos es un antiguo cliente descontento de papá Maestre, molesto por un trayecto en taxi con demasiadas curvas. La hipótesis no es menos descabellada que la del 33 nazi.

Volviendo a los neumáticos, las redes sociales han estallado en burlas, como era de esperar. Los memes llueven, los usuarios de X se mofan, y hasta el más despistado ha aprendido que el 33 es el nuevo 88. Maestre, en su cruzada, ha logrado que España entera debata sobre numerología fascista mientras él sigue acumulando facturas de taller. Y aquí está lo paradójico: cada pinchazo es un acto de resistencia. Cada visita al mecánico, un triunfo del socialismo. Porque, como él mismo ha escrito, “el pueblo quiere socialismo (lo sepa o no)”. Y si el pueblo no lo sabe, al menos los mecánicos lo agradecen.

Antonio Maestre nos enseña que la vida es una metáfora rodante. Los pinchazos son la lucha de clases, los talleres son la vanguardia proletaria, y el número 33 es el horizonte místico que separa al aficionado de Alonso del neonazi encubierto. Pero hasta que esos pinchazos no sumen 33, Antonio, relájate. Y si algún día llegas al pinchazo número 33, entonces sí, grita “¡Eureka!” y escribe un libro: Pinchazos S.A.: Cómo la extrema derecha me convirtió en el mejor cliente de Michelin. ¡Ánimo, camarada, que el socialismo rueda contigo!