Lamine Yamal se ha plantado en Sevilla a 30° con un gorro de lana encasquetado. Los periodistas especulan pero no puede haber más que un peinado horrendo debajo del gorrito. Algún tinte repugnante que no tardará en ser imitado por los niños, con el beneplácito de sus padres. Son los ídolos que juegan a ser dioses. A Yamal lo quieren erigir en héroe nacional, aunque él mismo se burlaba de España cuando perdió con Marruecos en el Mundial 2022. Con o sin gorro, Yamal tiene claras sus raíces. El color del pelo se puede cambiar, pero ser español o marroquí no. En la final coincidirá con Felpudo VI, que llegará con el tiempo justo después del entierro de Bergoglio. Satanizia Ortiz, tan apuesta ella, puede darle unas lecciones de estilismo al jugador del Barcelona.