Enrique de Diego.
El hundimiento en el fango woke de Abc tiene un nombre, el declinar de una saga, que no es otro que su bajeza Catalina Luca de Tena. A «Cata» la envió su padre a bregarse a la redacción y se mostró como una mujer de virtud frágil, a la que el declinante Losantos en uno de sus ataques de servilismo la llegó a tildar de «musa de la postmodernidad».
Entendió Cata que la mejor forma de conocer una redacción era tirársela y conocer el depravado Luis María Ansón del furor uterino de la última Luca de Tena encargó a uno de la redacción, Joaquín Vila, que se la beneficiará y cayó como una pringada en la trampa.
Siguiendo con la decadencia, Catalina Luca de Tena entregó el legado de Abc a los chicos de Neguri. que no tienen ideología, les da por donde viene el viento, sin anclajes. En esa etapa el virgo de Cata sólo sirvió para el desmerecido papel de florero. Después, en una tercera dio un portazo. Se comenta que ella y su hermana estudian llevar a los tribunales al inefable Luis Enríquez por su pésima gestión, pero en el mundo del globalismo gestionar mal tiene premio.
Al final, su bajeza Catalina, el fin de una saga, que no sabe nada de periodismo, musa de la postmodernidad, sin hijos, que tanto va el cántaro a la fuente que no da ni una, ha enfangado el Abc, marca otrora señera, que ha devenido en estercolero wuke, primo hermano del ultra woke de infausta memoria Relevo.
La intrahistoria del hundimineto de Abc en la escoria globalista tiene un nombre que se escribe con letras de mierda: Catalina Luca de Tena.