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Un secretario de Trump se forra con los aranceles junto a Blackrock

Redacción




Virginia Montes.

Howard Lutnick, el dueño multimillonario del broker Cantor Fitzgerald, y secretario de Comercio de Estados Unidos elegido por Donald Trump, está apostando a que Wall Street cae a través posiciones largas en el mercado de renta fija (bonos soberanos). Este tipo de inversión, que Lutnick ha hecho a través de un vehículo de inversión de Cantor Fitzgerald, remunera al inversor en caso de que el precio del bono se dispare.

Cantor ha declarado posiciones en bonos en los últimos folletos remitidos a la Comisión de Bolsa de Valores estadounidense (SEC, por sus siglas en inglés) con posiciones en bonos del Tesoro estadounidense a través del fondo cotizado iShares 3-7 Treasury Bond ETF, que gestiona Blackrock.

Lutnick, tras ser nombrado por Trump tras las elecciones, ya se enfrentó a una audiencia en el senado de EEUU por posibles conflictos de intereses el pasado enero. En ese momento, el Senado dio el visto bueno a que Lutnick asumiera el cargo de secretario de Comercio, entendiendo que Lutnick se desligaría del fondo o que sus decisiones de inversión no contarían con su beneplácito previo.

Cantor retiene una cartera por valor de 5.000 millones de dólares con posiciones en 275 activos. Ahora es probable que el Senado vuelva a llamarle a declarar, puesto que ha ganado cientos de millones con la operativa gracias a las políticas de la Administración de la que forma parte.

Entre sus mayores participaciones, retiene un 5,95% en Tesla, el fabricante de coches eléctricos de Elon Musk, mano derecha de Trump, y un 9,45% en el fabricante de microchips, Nvidia. La firma ha rebajado su apuesta en Tesla conforme iba avanzando la guerra comercial lanzada por Trump, lo que también podría provocarle algún problema interno.

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Es habitual que los congresistas estadounidenses inviertan en bolsa, y cada trimestre tienen que revelar cuáles han sido sus movimientos, de manera que desde una Comisión en el Senado puedan evaluar si esto supone o ha podido suponer algún problema.

La realidad es que nunca lo es, aunque parezca evidente. Ocurrió con las decisiones de Hillary Clinton y las farmacéuticas o con Nancy Pelosi y las entidades financerias. En ambos casos sus administraciones jugaron un papel relevante (en contra la primera, a favor la segunda), y en ninguno de los dos casos fueron sancionadas.

Es raro que se produzca algún tipo de sanción, pese a la evidente falta de imparcialidad y ética que esto supone. Ahora será Lutnick el que deba dar explicaciones que, aunque no convenzan, será extraño que lleguen a suponerle una sanción o un juicio. A lo sumo, como suele ocurrir, se irá con una amonestación o un aviso de que, si ocurre de nuevo, será «debidamente sancionado».