Javier de la Calle.
El rechazo de los símbolos nacionales por parte de los partidos globalistas para poder mantener sus estructuras pagadas con dinero público, gracias al voto de formaciones que abogan por romper España, ha dejado la bandera rojigualda tirará en el suelo. Personas con ansías de notoriedad han alzado la enseña nacional para hacer negocio. El patriotismo no es solo vender libros. Tampoco llevar una pulsera. En esta amalgama de conceptos se engloban la tauromaquia, los vitores al Rey, a la Guardia Civil e incluso a la Constitución.
Innegable es que los enemigos de España han propagado una leyenda negra que los propios españoles han terminado por comprar. Dada las escasa altura de miras, los prebostes del patriotismo actúan como altavoces de las corrientes del Partido Demócrata. En su olvido de la pérdida de soberanía a manos de Bruselas, Donald Trump es un peligro porque sus políticas perjudican a España. Las medidas que más perjuicio causan en la piel de toro son las adoptadas por Von der Leyen, mientras que Trump gobierna para que sus votantes (estadounidenses, of course) tengan una mejor calidad de vida.
En una corriente más refinada del patriotismo, cargada de ciertos complejos y sobre todo, de una visión inexacta, florecieron autores y asociaciones que abogan por la defensa de la Hispanidad. Ninguna de ellas ha conseguido hacer el más mínimo ruido por la medida de Trump más significativa en este ámbito: la del reconocimiento del inglés como lengua oficial de Estados Unidos. Si el Partido Demócrata no les informa, no se enteran. La Administración Trump ha contactado en su primer mes con cerca de un centenar de países, entre los que no se encuentra España. Los hispanistas tampoco ponen el dedo en los gobernantes españoles que no han conseguido hacer de España la cabeza de los países de habla hispana. Se aseguraba que a inicios del presente siglo no podía desperdiciarse esa oportunidad por el inminente despegue de Hispanoamérica, el cual no llega, pero la igualdad cada vez es mayor por el empobrecimiento de España. El supuesto saqueo de nuestros antepasados es el chocolate del loro comparado con lo que están haciendo en la actualidad los fondos de inversión estadounidenses.