Luis Bru.
¿Por qué la ha emprendido el juntaletras Rafael Brugal con la chirigota gaditana «Abre los ojos» con tanta saña inquisitorial? La razón está en que los medios, y el Diario de Cádiz es paradigma, ya no defienden a los lectores, porque no son rentables, sino que sirven al poder, que es el que los alimenta, pues todos -el Diario de Cádiz, el primero- tienen pérdidas.
La prensa hace demasiados años que dejó de ser rentable. El salto a Internet tampoco equilibró los balances de los medios de comunicación. Cuanto más débil es el medio, más fácil es comprar su voluntad. Los medios locales, que han tenido un papel fundamental en la vida social, son a día de hoy pura bazofia.
El Diario de Cádiz intenta colocar lo que el pueblo quiere: alegría a través del Carnaval. Pero esta decana cabecera no es un ente independiente. Su propietario es el Grupo Joly, que fue acusado de recibir 8 millones de euros de la Junta de Andalucía. Un medio sostenible no necesita recibir dinero de la política. Y sobre todo, deben primar los principios, que frenan las críticas al poder.
Andalucía es una de la autonomías con mayor deuda de España. A los andaluces les toman el pelo, pues sus gobernantes no solo aumentan la deuda, sino que lo hacen para manipular la opinión pública.
Si el Diario de Cádiz no es capaz de sobrevivir con las suscripciones de sus lectores, debe bajar la persiana. O en caso contrario, integrarse en el Boletín de la Junta de Andalucía, que es su actual papel. Un rol que desvirtúa incluso en cuestiones internacionales, cuyos redactores desconocen. Pero el seguidismo de la Agenda 2030 debe ser total para optar a las migajas del poder.