Enrique de Diego.
Gabriel Rufián es un charlatán dicharachero. Es un chaval que no tiene estudios, lo cual no importa, pero es que a él se le nota mucho. Es un pandillero a ratos ocurrente, por lo general pesado. Podía contratarsele como payaso de una fiesta de cumpleaños, pero con una intervención muy corta. Pues este pedazo de mandril simpático ha sido declarado el parlamentario más brillante y va a recibir el premio Emilio Castelar que dan los lacayos acreditados en el Congreso de los Diputados, o sea, los que figuran como periodistas,
En esta mierdocracia que cada día nos asquea más, sólo cabe deducir si Gabriel Rufián, el charlatán dicharachero, es el mejor parlamentario cómo será el resto. Emilio Castelar estará removiéndose en su tumba. Claro, que los lacayos adiestrados a lamer el culo y hacer preguntas descomprometidas no son ninguno algo lejanamente parecido a Mariano José de Larra o a Manuel Ruiz Azorín. Los lacayos no saben hacer la o con un canuto.
Esa elección penosa, de quien pertenece a un partido en peligro de extinción por haber vendido Cataluña al islamoizquierdismo woke, lo peor de lo peor, sólo sirve para mostrar que en nuestra mierdocracia, que selecciona los dirgentes entre los más mierdas, cada vez son más mierdas hasta el hedor actual.
En España, históricamente, ha habido muy buen parlamentarismo y el diario de sesiones recoge muy buenos y armados discursos, pero no, desde luego, en estos cincuenta años de mierdocracia degradante y degradada, y no desde luego los chistes ocurrentes del charlatán Rufián. Delenda est Esquerra Republicana de Marruecos.