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Magdeburgo: Las víctimas son números y la política de asilo, en cuestión

Redacción




Virginia Montes.
Angela Merkel instauró una novedad en la Navidad alemana: estas no empiezan hasta que hay un atentado. En 2024, con la inmigración descontrolada no podía ser menos. En Magdeburgo no hay víctimas. Al menos nadie las enfoca. Todo se centra en el autor. Una batalla por el relato. De lo que no hay dudas es de que es musulmán. Los medios contrarios a AFD, casualmente intentan cambiar la imagen del conductor de ese coche que en los primeros reportes asesinó de forma automática. Un montaje a las puertas de unas elecciones que marcarán el devenir de Alemania y por tanto de Europa. Un atentado a un mes de que Trump releve a Biden con Ucrania a pique.
El sistema globalista engañó a los ciudadanos en tres etapas: 1. Dijo, contra la evidencia, que los atentados podían ser de extrema derecha; 2. Eran casos aislados; 3. Los terroristas tenían problemas psiquiátricos. Pues bien, el terrorista asesino, Taleb al Abdulmohen -médico saudí que pidió asilo en 2006, y lo obtuvo, con lo cual casi toda la clase política es cómplice, les ha fallado a los alemanes- reúne realmente las tres condiciones de la manipulación del sistema: ha actuado solo, tiene problemas psiquiátricos, al menos eso afirman otros exiliados saudís que lo definen como «paranoico», y es de extrema derecha, aunque se define de izquierdas, es favorable a Trump, a Elon Musk, tiene simpatía por Alternativa para Alemania y ha pedido «pena de muerte» para Ángela Merkel por su política de sin fronteras cuando la crisis de Siria, aunque Siria siempre está en crisis.
El terrorista no se ha ocultado, sino que ha buscado el protagonismo. Así en 2019 concedió una entrevista al Frankfuter Allgemeine Zeitung en el que se presentó como «el crítico más agresivo contra el silam en la historia» y dijo que «no existe un buen islam». Se declara ateo y había abandondo el islam, y acusaba a que «el Estado alemán droga y abusa sexualmente de refugiadas saudíes» y de que «se persigue activamente a los críticos con el islam para arruinar sus vidas». El desconcierto es tan fuerte que Alternativa para Alemania ha negado que militara en sus filas y que nunca pidió hacerlo.
Y la ministra del Interior en el Estado de Sajonia, Nancy Fueser ha dicho que se trata de un atentado «islamófobo». ¿Cómo? Ha sido realizado en un Mercado Navideño y no en una mezquita, ha sido contra alemanes y no contra musulmanes. El atentado ha sido de terrorismo indiscriminado como sólo se ve llevarlo a cabo por musulamnes. Entonces, el terrorista ha intentado emular a los yihadistas, ¿para qué? ¿Para mostrar que matar a gente inocente -entre los muertos, hay incluso un niño- es sencillo?
El terrorista vivía en Bermburg, una localidad a 50 kilómetros de Magdeburgo, y alquiló el coche el mismo día del brutal atentado. Era especialista en psiquiatría y psicoterapia, que misteriosamente ejercía en un centro penitencario para tratar a delicuentes adictos. Misteriosamente, porque él necesitaba estar encerrado y siendo tratado, no tratar a otros. Estaba, pues, a sueldo del Estado alemán.
El Gobierno «semáforo» y la CDU deben dar explicaciones sobre su política de asilo y su seguimiento y deben aún más dar explicaciones sobre su negligencia a la hora de velar por la seguridad de sus ciudadanos. Elon Musk ha definido muy bien a Olaf Scholz como un «idiota incompetente». Es lo que es.