Javier de la Calle.
Sus detractores dicen que es un loco. La envidia posee a los que observan como un fontanero de Dublín se ha convertido en el artista marcial más rico del mundo. Más allá de sus éxitos deportivos, Conor McGregor es una persona comprometida con la libertad y el futuro de su Irlanda natal.
McGregor calificó de «crimen de guerra» la obligación para timovacunarse, y pidió que Irlanda abandonase la Unión Europea. El luchador no tiene miedo a perder patrocinadores, porque su honor vale más que esos sucios millones.
Conor McGregor está redoblando esfuerzos, gracias a su enorme influencia, en las últimas semanas. «The Notorious» ha pedido a los irlandeses que salgan a las calles para parar la invasión islámica, y que la seguridad ciudadana vuelva a reinar en Irlanda.
Los globalistas llevan años redoblando esfuerzos para financiar entidades que disuelvan al orgulloso pueblo irlandés. El país que defendió el cristianismo contra los deseos expansionistas ingleses, que tuvo que exiliarse tras la hambruna de la patata, ha perdido su tradicional tranquilidad por la llegada de inmigrantes. La prensa ha actuado de altavoz de escándalos, en varios casos falsos, de la Iglesia para secularizar a una nación que se resistía al aborto.
La izquierda woke ve como su poder está llegando a a su fin, ante una «extrema derecha» que continúa ganando adeptos gracias a su discurso en contra de la inmigración.