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Carta a Teresa Gisbert, fiscal superior de la Comunidad Valenciana, que demuestra una aparente ignorancia y una presunta pulsión totalitaria

Redacción




Luis Bru..

No la conozco a usted de nada, Teresa Gisbert, no me muevo por tanto ninguna animadversión ni pretendo la lisonja, que ya dijo el gran Quevedo, que no hay ninguna sin puñalada. Sólo se mueve la verdad científica y la defensa de los derechos personales atacados sucia y criminalmente por el globalismo, ante el que la Justicia o al menos la Fiscalía, tal y como usted dice o se ufana, nos deja indefensos, de modo que cuando cambie la tortilla, ya falta poco, ya se ve la victoria y la luz al final del túnel, todos los colaboradores y cómplices tendrán que dar ajustadas cuentas de sus acciones.

Ha dicho usted, ante las Cortes Valencianas en la presentación de la Memoria de la Fiscalía, que «la última moda» son las denuncias de los «chemtrails». Yo prefiero llamarles las fumigaciones asesinas que, como a ratas, nos lanzan aviones trazando rayas o círculos, la última vez el día 5 de febrero, curiosamente, un día antes de la tractorada, y que se sabe lo que lanzan porque algunos nos hemos preocupado de hacer análisis del agua de lluvia: son aerosoles de metales pesados, aluminio, plomo, estroncio, arsénico, litio…Le adjunto uno de estos análisis para su ilustración. Antes que nada, me alegra mucho saber por usted la alarma social tan extendida entre la ciudadanía, y ante la que usted, Teresa Gisbert, no muestra ningún interés, antes al contrario, se regocija en la mentira oficial.

Dice usted que hay en internet «un montón de páginas donde ya te ponen la denuncia» y basta con rellenar tu nombre y datos para presentarla. Lo de diabolizar internet está de moda, parafraseándola a usted, entre los globalistas, porque es el último resquicio que le ha quedado a la gente para resistir, organizarse y contratacar, pero la mentira tiene la patas muy cortas y la verdad siempre acaba triunfado.

«Yo tengo una señora muy amable de Alzira que normalmente cada dos semanas me envía una foto de su ropa colgada en la terraza y que se ven arriba los ‘chemtrails'», ha comentado. El problema es que los fiscales deben responder a todas estas denuncias y «el tiempo que eso ocupa».

Pues bendita sea la señora de Alzira, que se preocupa por esos mal nacidos que desde los aviones procuran la devastadora sequía y nos dañan, además las vías respiratorias. Se habrá enterado usted que la última moda son los tractores de los agricultores y ganaderos protestando en las carreteras de media España contra su agonía dictada por la agenda 2030.

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Por ello, se ha alcanzado «un criterio común» en la Comunitat Valenciana y en el resto de España, después de que en su momento la Fiscalía de Medio Ambiente concluyera que es fenómeno es «por condensación, es por el cambio de temperatura y por supuesto ni nos quieren envenenar, ni nos echan gases tóxicos, ni es para la lluvia».

Además, de por ‘chemtrails’ ha alertado de que con los medios tecnológicos han aumentado de forma «terrible» los querulantes, aquellas personas que tienen un trastorno mental y acometen la presentación de querellas y la iniciación de pleitos de un modo desmedido y obsesivo, y muchas de ellas son licenciados en Derecho.

Al respecto, ha explicado que cuando reciben varias denuncias de la misma persona se remiten a la sección civil de personas con discapacidad de la provincia de donde corresponda, para que se haga un estudio por si «necesita un tratamiento o incluso el nombramiento de un defensor o de una medida de apoyo para que no continúe con esa híperbole de escritos».

Así, ha señalado que lo «fundamental» es que esas personas «están sufriendo porque creen que les han puesto un chip, que las vigilan o, que los vecinos les odian» y «necesitan una ayuda psiquiátrica o psicológica evidente». Esas son personas normales, incluso heroicas, seriamente preocupadas por sus derechos y los de sus semejantes, que se merecen todo el elogio de quienes en la Justicia se han comprometido por la defensa de las libertades y los derechps humanos. Lo del chic no es ninguna fantasía o alucinación. Es el sueño totalitario del tarado genocida Bill Gates y de la empresa Neuralink de Elon Musk que recientemente, el 31 de enero de 2024, implantó el primer chic en un ser humano. Por si usted no está enterada, le adjunto información básica del experimento.

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Pero usted en vez de hacerles caso como defensores de la Humanidad se permite considerar que «necesitan una ayuda psiquiátrica evidente» y les denuncia a la sección civil de personas con discapacidad por si «necesita un tratamiento o incluso el nombramiento de un defensor», o sea incapacitarlos. Eso suena bastante similar la castigo psiquiátrico usado en la antigua Unión Soviética contra los disidentes o quienes discrepaban del líder, Así -le refrescó la memoria- el primer caso conocido fue en 1919, cuando Lenin ordenó que María Spiridonova, líder del Partido Socialista Revolucionario, fuese sentenciada por el Tribunal Revolucionario de Moscú a la internación en un sanatorio,. El empleo sistemático y en gran escala del castigo psiquiátrico comenzó a finales de los años treinta, cuando la NKVD construyó un establecimiento penal especial con 400 camas para enfermos mentales. A fines de los años cuarenta, el Instituto Sebski, principal centro soviético de enseñanza e investigación de psiquiatría criminal, tenía un departamento especial consagrado al trabajo «político». Se aplicaba el castigo psiquiátrico sobe todo a los infractores del artículo 58 del código penal (una cláusula de carácter global) que se refería a los actos antisoviéticos. El sistema, lejos de ser abandonado se amplió considerablemente con Jruschov que ansiaba convencer al mundo de que la Rusia soviética ya no encarcelaba a sus enemigos políticos y solamente encerraba a los desequilibrados. El castigo psiquiátrico se difundió mucho durante el gobierno de Brezhnev.

Doy por seguro que usted, Teresa Gisbert, no pretende infringir castigo psiquiátrico a los ciudadanos que responsablemente denuncian los chemtrails, por su evidente y manifiesto peligro para la salud y para el clima, ni por ninguna otra cuestión, pero tenga cuidado con lo que hace y dice porque parece un abuso de poder que la puede despeñar hacia el abismo totalitario.

Se lo digo, en uso de mi libertad de expresión como periodista, con la mejor de mis intenciones. En ese sentido, informó de sus declaraciones a la Inspección Fiscal de la Fiscalía General del Estado.

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