Enrique de Diego.
Ágatha seguro que se ha sentido liberada, como si se quitara un pesadísimo lastre, no sólo porque la legión de enemigos de Ramírez ya no la tienen en su lista negra, sino además porque se ha evitado el desagradable declinar hacia el ocaso de Pedro J. Viene la aventura equinoccial de El Español, cuando descubre una cosa que se llama internet y ya no hace falta papel y se dispone a revolucionarlo. Otro pensamiento delirante en grado sumo. «Él siempre quiere ganar y estaba entusiasmado con que en un principio invirtieran trescientas personas, lo que suponía trescientos mil euros, pero luego fueron quinientas, después mil. Llegó a conseguir unos dos millones y medio». A todos estos les perpetró una estafa moral pues les vendió simples participaciones que no se pueden vender, con lo que entró en el descrédito de los más fieles, a parte de que su docilidad y servilismo resultó un fiasco.
«La gente importante que él pensaba que iba a sostener financieramente el proyecto no lo hizo, así que, como tenía su indemnizaciín intacta, aportó diecisís millones de euros. Le dio dinero a los niños para que invirtieran y me dio a mí lo mismo«. Pero luego se lo quitó. María Ramírez, que había estudiado y trabajado en Estados Unidos, le siguó en este proyecto, pero luego comprobó que El Español había perdido completamente el matiz intelectual y profundo que ella deseaba y se marchó haciendo fu como el gato. Y, desde entonces, no se hablan. La oposición de Maria a Cruz es frontal. En realidad está quiere monopolizar a Pedro J para llevar a cabo sus planes: quedarse con el diario y con toda la fortuna.
«Cuando se presentó El Español, en 2015, en el Palacio de Congresos de Ifema, asistieron unas tres mil personas. Al año siguiente, en una convocatoria suya no pasaban de cincuenta. Fue impresionante la expectativa que generó el periódico y también como se desinfló. ¿Quién iba a confiar en él? Ya no da exclusivas como antes, no quiere darlas porque no le conviene«. Ha terminado genuflexo ante Pedro Sánchez y ante Alberto Núñez Feijoó, ante todo el que tiene poder, ha entrado en el negocio de las timo vacunas genocidas organizando el Observatorio de la Sanidad, inagurado por la incompetente Carolina Darias, ministra de Sanidad, y presencia de directivos de Pfizer, Moderna, AstraZeneca, Jansen. Bayer…y toda la farmafia criminal que ha atentado contra las poblaciones, convirtiendo a El Español en una infecta cloaca globalista, y a él, a Pedro J Ramírez, en el paradigma del antiperiodista. Es como un boxeador sonado que deambula por el cuadrilátero.Ya ni huele la noticia porque es cómodo para el poder. En propiedad, ha dejado de ser periodista porque ya no se concibe como un contrapoder. Es, más, bien una vergüenza nacional, un detritus globalista.
Obsesionado con la audiencia tiene una forma curiosa de conseguirla, que Ágatha ha sabido ver bien, la compra: «Se obsesionó, como tantos, con la herramienta que contaba en tiempo real las personas que estaban viendo una determinada noticia; la gente que lo veía y se le ocurrió una idea, que han hecho otras empresas, pero que él la impleentó a lo bestia: comprar webs. Páginas para generar tráfico. Así se consiguen unas cofras hinchadas«.El pobre Pedro J ha terminado haciéndose trampas al solitario. Ahora vamos a rebovinar como ha caído tan bajo de la mano de Cruz Sánchez de Lara. Nos vamos a Villanueva de la Serena.
Agatha Ruz de la Prada, mi historia. La Esfera de los libros, 323 páginas.