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Pashminagate: Los óvulos de Erika (1)

Redacción




Enrique de Diego.

Jaime Peñafiel, en la entrevista en el programa La reunión secreta, añadió a su libro «Letizia y yo» una novedad, que puede considerarse un bombazo: Leonor y Sofía no son hijas de Letizia Ortiz Rocasolano, sino que el óvulo fue donado por Erika. La inseminación se hizo en el IVI de Valencia. Peñafiel dice que tiene una fuente fiable, que no es otra que Jaime del Buro, quien tiene pruebas de todo, documentos escritos, gráficos, vídeos. Ésta es una parte del 99% que se ha callado Peñafiel.

¿Por qué ahora desvela este dato tan decisivo y comprometedor? La razón es clara y sencilla de entender. Jaime del Burgo está molesta con él, con la mutilación de su testimonio, de su relato, y ha anunciado la publicación de un libro autobiográfico con el significativo título «Y nada más que la verdad». Jaime Peñafiel no quiere quedar en evidencia como un «baboso cortesano», como él califica a toda la prensa española, y quiere soltar lastre para parecer un periodista, cosa que no es, ya que vale más por lo que calla que por lo que dice.

Dando total verosimilitud a la cesión o donación de óvulos por parte de Erika, la primera cuestión a destacar como pudo Letizia cometer tal torpeza o no irse a las antípodas y tomas un óvulo a la carta, en vez de tomarlo de un miembro de su familia. Una clínica de prestigio en un país lejano en que no fuera ni conocida Letizia, imposible de cumplir con su único deber como consorte, que no es otro que dar un heredero al trono. La historia está llena de familias reales prestigiosas por sus hembras de amplias caderas, probada fertilidad y facilidad para engendrar a hijos sanos y robustos.

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No era el caso de Letizia, que por los dos abortos, la vida altamente promiscua o la ligadura de trompas resultó imposible que el óvulo fuera fecundado, ni respondiera al tratamiento del IVI de Valencia. En los nervios extremos que esta situación habría de generar en Felipe y Letizia, adoptaron la peor decisión posible: recurrir a su hermana Erika, la más artista, sensible, frágil y pequeña de las tres Ortiz.

El recurrir a la familia es una segunda naturaleza en Letizia, en donde se considera con derecho a mandar. En el libro, que ahora recobra plena vigencia, «Adiós, Princesa», su primo el abogado David Rocasolano cuenta como le encarga cuestión tan delicada como conseguir los documentos del aborto en la Clínica Dator y hacerlos desaparecer. David relata su extrañeza por el mandado e ironiza que es como si su graciosa majestad se lo encomienda a James Bond . ¿Por qué acudir su primo? ¿No tiene el CNI a su disposición? La razón la da Felipe: si se entera su madre, Sofía, no hay boda. El CNI implica que lo sepan Juan Carlos…y Sofía.

David Rocasolano, porque, entonces, quiere a su prima, acepta el encargo y lo lleva a cabo. «Durante aquellas semanas, recibía llamadas de Letizia a diario. Estaba cada vez más nerviosa, Más crispada. Más autoritaria. Siempre había sido así con sus cosas, pero en esta ocasión empezaba hacerse insufrible». «La vida en Palacio la había transformado en un persona más controladora y más cruel».

El primo cumple a medias su misión, porque los papeles terminan siendo publicados por David Rocasolano. Pero aquí lo que nos importa es el perfil de Letizia y el porqué acude a su hermana Erika. Ambiciosa, controladora, autoritaria, posesiva. «Letizia nunca había permitido que nadie le llevara la contraria». Incluso, paradójicamente, celosa hasta el hastío. David Rocasolano le cuenta a Felipe, en presencia de Letizia, que «es la típica celosa que siempre tiene que saber dónde estás. Que si te llama por teléfono y no le coges, te echa una bronca que te cagas».

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Autoritaria, reitero, que no para en mientes para cumplir su ambición desmedida y sin límites, y tiene un problema: no es capaz de dar un heredero a la dinastía, su función principal, así que pone sus garras en su víctima: Erika. Tiene una hija, Carla, luego es fértil. Telma. no, y además -dice su primo- «ya no se podían ver». Erika es la antítesis de Letizia. Conoció a Antonio Vigo en la Escuela de Bellas Artes, «vivían instalados en el fracaso constante, en la penuria económica permanente», dice su primo David Rocasolano. «Todo les salía mal. Sistemáticamente. Eran dos personas con demasiada sensibilidad para encontrar en sí mismos un mínimo de sentido práctico».

Un amigo mío, Catedrático de Psiquiatría dice que hay gente que no tiene depresión, sino una vida deprimente. Cambia la vida y adiós la depresión. Erika cambió de vida: se separó de Antonio Vigo, que recibió una beca para Uruguay, pero empezó una relación con un compañero de trabajo, Roberto García, con el que se la ve en una foto juntos acaramelados, feliz, había encontrado trabajo de diseñadora en Globomedia con un sueldo digno y vivía en el piso de soltera de Letizia.

Su primo relata su última conversación telefónica con Erika: «- ¿Te ha llamado Letizia? -le pregunté a Erika. -No quiero hablar de eso -me contestó.»

Nada hacía presagiar su triste final el 7 de febrero de 2007.