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José Antonio Bielsa Arbiol: «Zaragoza ha sido escogida como modelo de ciudad 15 minutos dentro de la Agenda 2030»

Rubén Martínez




José Antonio Bielsa Arbiol acaba de presentar su último libro Ciudades de 15 minutos: Objetivo: La jaula resiliente publicado por la editorial Letras Inquietas. El historiador y ensayista aragonés es uno de los más reputados y leídos especialistas sobre el Nuevo Orden Mundial y la Agenda 2030, con varios de sus libros encabezando las listas de ventas como best-sellers.

RAMBLA LIBRE: Ciudades de 15 minutos: ¿qué son, quién las promueve y de dónde surge este concepto de control social? ¿Por qué un libro sobre esta polémica cuestión?

JOSÉ ANTONIO BIELSA: Sin circunloquios: las llamadas «ciudades de 15 minutos» (CQM) serán las prisiones indoloras de mañana, auténticos sucedáneos rosáceos de los campos de concentración de ayer, donde todo ente computable, persona u objeto, obedecerá a una lógica cuantitativa, basada en la racionalización extrema de la realidad material, bajo el pretexto sentimental del falsario «cambio climático» (un relato fraudulento al tiempo que una impostura necesaria para acelerar el Nuevo Orden hacia su fase de concreción psicosocial, cuando las identidades humanas, por así decir, se disuelvan en la nada viscosa del Súper-Gobierno Mundial).

¿Promotores? Muchos y de diversas cuerdas, pero ante todo los mismos que auspician bajo diferentes prismas la Agenda 2030, del arco que va de la ONU a los lobbies ambientalistas, hípersubvencionados con el dinero del contribuyente. En cuanto a la idea que late tras el melifluo concepto, se remonta ésta a las teorías del urbanista norteamericano Clarence Perry, pero debe su actual pujanza conceptual al lateralizado trabajo del urbanista franco-colombiano Carlos Moreno, cuyos textos en ningún momento ocultan sus simpatías para con los obscenos planes de la Gobernanza Mundial.

¿Son las ciudades de 15 minutos una de las herramientas promovidas en lo que se llama la Agenda 2030? ¿De qué manera están ambas cuestiones relacionadas?

Así es: la CQM simplifica y agiliza hasta extremos tenebrosos las agendas antihumanistas globales. Se diría que hay un estricto pacto de agresión hacia la nuda vida humana, pero eso sí, bajo un nuevo disfraz de tolerancia, resiliencia y ecologismo, tan cínico como impostado. Los vasos comunicantes entre estos nuevos modelos urbanos y la propia agenda global coinciden de lleno en que su máxima ambición (amén de pisotear y anular la presunta libertad soberana de los individuos) reposa en hacer de la existencia humana una especie de «parque de atracciones» hedonista donde todo quede supeditado al interés del Gran Capital. Por desgracia, el grueso de nuestros coetáneos son indiferentes a esta monstruosa maquinaria de ingeniería social, y muchos de ellos/ellas preferirán transigir a ceder un ápice de su «bienestar conquistado».

¿Existen ciudades de este tipo en España? ¿Y en Europa?

La CQM todavía es una realidad a medio cocerse en la decrépita España actual, al menos en un sentido unitario, esto es de parcelación habitable y monitoreo biométrico. Los cuarteles de la China ya cumplen estrictamente con este modelo que repugna a una inteligencia realmente europea, aunque ciertos barrios de grandes núcleos urbanos españoles bien podrían considerarse «unidades vecinales cuasi-CQM». El problema no es tanto de tiempo como de gestión de movilidad. Una ciudad media española, pongamos por caso Zaragoza (con sus casi 700.000 habitantes), implica un auténtico parque de pruebas para la nación, y cumple a su manera con los requisitos para ser una típica CQM, ya que además de significarse como una «ciudad inteligente» (smart city) ha sido escogida para cuajar en el año 2030 el plan de “emisiones 0” vinculante con la inefable Agenda 2030. Obviamente, la propia «fisonomía» de una urbe, Zaragoza en este caso, permite fijar a un cuarto de hora los recorridos desde un punto X a otro punto Y. Otro caso bien distinto puede ser el de una megalópolis como París, la cual aparece parcelada por distritos, los cuales a su vez integran unidades vecinales más pequeñas. No por nada, ha sido la socialista Anne Hidalgo, a la sazón alcaldesa de París, una de las principales voceras en la implementación de la CQM. Y si París está a un paso de cuajar el modelo de CQM, otro tanto puede decirse de Copenhague, típica y aséptica ciudad escandinava.

¿Por qué esa obsesión de las élites por limitar nuestra movilidad?

Precisamente porque las élites, que son nómadas y apátridas, creen necesitar de peones sedentarios y devastados (por todo tipo de taras físicas y psíquicas), para llevar a término sus sueños lúbricos de dominación. Realmente es una patología psicótica, muy arraigada a ciertos «niveles» del ejercicio del poder…

¿Existen paralelismos entre la petición de permisos de viaje para los ciudadanos de la extinta Unión Soviética y el modelo de ciudades de 15 minutos?

Es posible, y más que nada porque los rostros del comunismo son múltiples y van mudando sus caretas conforme las coyunturas se van volatilizando. El nuevo comunismo de hoy, ¡qué duda cabe!, oculta sus señas criminales tras el logo multicolor de esa hortera y charlatana Agenda 2030 que nadie ha pedido, pero que a todos, por la fuerza y sin ningún consenso, ha sido impuesta.

¿Existen razones medioambientales o de eficiencia económica que avalen la implantación de este modelo de ciudades?

Rotundamente no, sobre todo en el grueso del espacio europeo, ínfimo e irrelevante en el concierto de la contaminación mundial, muy real y monopolizada por superpotencias emergentes como la India, o por potencias turbo-capitalistas tan desbocadas y sin freno como la China neocomunista…

¿Son las zonas de bajas emisiones implantadas en las principales ciudades españolas un avance de las ciudades de 15 minutos?

En esa misma línea van, y a los hechos del día remito, con ese énfasis absurdo por condenar las emisiones de dióxido de carbono.

¿Cómo podemos combatir la extensión de las ciudades de 15 minutos?

Volviendo al caso español, no tengo dudas al respecto, puesto que el problema aparece íntimamente imbricado a las políticas de desmantelamiento nacional propias del Régimen del 78. La solución pasa necesariamente por ir desinflando las macrocefalias dominantes (Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Zaragoza, etc.), esto es los ocho o diez grandes núcleos urbanos de población que aceleran el vaciamiento de la mal llamada»España vacía”».

La quiebra de lo rural en España, como en otros países de la UE aunque a diferentes marchas, no se explica sin la imparable devaluación del trabajo físico, parejo a la peligrosa digitalización de la existencia, con el consiguiente desarraigo de la idea de nación, que es prevalentemente rural y se ciñe a un paisaje sentimental, o a un terruño autárquico, donde una sociedad viva se retroalimentaba y expandía con perspectiva de futuro, afianzando así su ser de razón natural. Con todo, estas ideas, de obvio sentido común, repugnan profundamente a los postmodernos, esos adoctrinados lectores de cacógrafos como el multiventas Harari, para quienes el «futuro» pasa necesariamente por acatar la agenda global que los profetas del mundialismo tecnotrónico han preparado para nosotros, sus improvisadas víctimas…

José Antonio Bielsa Arbiol: Ciudades de 15 minutos: Objetivo: La jaula resiliente. Letras Inquietas (Enero de 2024)

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