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Carta del Editor: La caja de Pandora del geronticidio madrileño

Redacción




Enrique de Diego.

La Audiencia Provincial de Madrid ha provocado un auténtico terremoto judicial al exigir al Juzgado de Instrucción número 1 de Villalba reabrir el caso contra Isabel Díaz Ayuso, Enrique López y Enrique Ruiz Escudero “con la práctica de las diligencias pertinentes y necesarias para poder concluir si concurren o no indicios de la comisión de un delito de homicidio o lesiones imprudentes y/o omisión del deber de socorro”.

Son más de 400 las denuncias que han ido siendo archivadas y duermen el sueño de los justos. Hay que felicitar y agradecer a los familiares de un residente que se encontraba en el Centro Residencial Torrelodones-Sanitas Mayores, que hayan dado la batalla con tanta firmeza.

La Justicia que es habitualmente cegata con su negligencia culpable no ha impedido ni está impidiendo el terrible genocidio que se perpetra contra la población española, y que con las timo vacunas bivalentes, contra la gripe y el coronavirus, en la campaña de timo vacunación sobre o contra los niños de 0 a 5 años y los mayores de 60, se quiere seguir eliminando población. Sangrante lo de los niños, que ni cogen la gripe ni el coronavirus, pero se les administra una mierda nasal para dañarles el cerebro con el maldito ARNm, del cual a dos patentes criminales se les ha dado el Premio Nobel, hundiendo así el prestigio de estos premios.

Todo se ha justificado con el gerontocidio primigenio que se llevó a cabo en las residencias de ancianos y en las UCIS, con abrumadora responsabilidad de los tres encausados. Se ofrecieron imágenes de ataúdes apilados en el Palacio de Hielo. Hasta ahora los jueces se lavaban las manos cual Poncio Pilatos y eran un valladar de la conjura de silencio. Ahora se ha abierto la caja de Pandora. Los llamados «protocolos de la vergüenza» de la Comunidad de Madrid llegaban a afirmar que no fueran hospitalizados y que se les tratara con morfina, para matarlos, o sedarlos, como se dice eufemísticamente.

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La verdad, toda la verdad y nada más que la verdad es que a consecuencia del pánico administrado por las televisiones, con fatuos expertos como César Carballo, especialista en administrar miedo irrestricto, el personal de las residencias se dio de baja masivamente dejando a los ancianos desprotegidos muriéndose literalmente de hambre y de las enfermedades de las que harán tratados por falta de cuidadores que les administrarán la medicación habitual. Además, no se les dejaban a los familiares velarlos escenificando una pantomima que sitúa a Isabel Díaz Ayuso en la desmerecida función de la genocida.

Ninguno, nadie murió de nada parecido a algo llamado coronavirus, sino que fallecieron de inanición, en soledad. Murieron a puñados. Dios quiera que haya Justicia humana porque si no habrá venganza, cuando la verdad se abra paso: era fundamental que los ancianos murieran en masa para justificar el negocio criminal de las timo vacunas. La decisión de la Audiencia de Madrid es alentadora. El Juzgado de Instrucción número 1 de Villalba no hizo los deberes y dio un absurdo carpetazo al gerontocidio.