Enrique de Diego-
El infame Bergoglio no se cansa de hacer el más soberano ridículo. Laudate Deum, es la única vez que se cita a Dios en el panfletucho, es una mamarrachada de padre y muy señor mío, que no alcanza ni el nivel de una Greta Thunberg. Qué colección de tópicos manidos de un demagogo sin cultura.
Cuando la versión oficial se viene abajo con estrépito y hasta el tarado genocida de Bill Gates recula afirmando que «no hay emergencia climática», que hay demasiado alarmismo, y cuando cerca de 2.000 científicos de verdad, no de los a sueldo de la ONU dando más vueltas que una peonza y falseando los datos como el papanatas de Bergoglio, dicen que basta ya de meter política en el clima, que son muy deshonestos, tiene el argentino la fatua ocurrencia de hacer de Manolo el de bombo.
Vamos como cuando se fue a Canadá a pedir perdón por unas muertes de indígenas que nunca existieron. No es extraño que a Bergoglio, con tanto «acto de amor», le tomen ya por el pito de un sereno y el Sínodo nace ya muerto entre tanta frivolidad y tanto cachondeo lírico. Bergoglio debe dedicarse a lo que sepa si sabe de algo, esta escoria modernista.