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Bergoglio elegido por cardenales excomulgados de la mafia de San Galo

Redacción




Reproducimos un capítulo esclarecedor del libro «Bergoglio, el cojón del anticristo», del que es autor nuestro editor Enrique de Diego, de venta en Amazon y en la plataforma lulu.com:

La clave para verlo todo claro está en la pandemia, o mejor dicho en la plandemia; en la mentira con la que ha pretendido doblegar al mundo. La Iglesia debía haberse opuesto al genocidio y la eliminación de todo resquicio de libertad personal que se experimentó y se sigue experimentando con otras mentiras como el cambio climático, derrumbado por el manifiesto de 1.600 científicos y por la evidencia cotidiana: los mares no han cambiado en 2.000 años. La Iglesia tiene la Academia Pontificia de las Ciencias, multitud de Universidades y Hospitales. Bien podía haber avisado al mundo de la terrible verdad y oponerse con todas sus fuerzas.

Y, sin embargo, el 27 de marzo de 2020, Jorge Bergoglio, el impostor, el antipapa, como ahora veremos, se dirige a una Plaza de San Pedro vacía para dar su bendición urbi et orbe, con la luz del crepúsculo, el caer de la lluvia, es la imagen de la desolación. Bergoglio, cuando el mundo lleva un mes de encierro impuesto y cuando los espíritus se mueven en el terror más abyecto y en la confusión completa, transmite la sumisión de la Iglesia de Cristo a la mentira del mundo, al padre de la mentira.

Esa Plaza de San Pedro sin fieles es un símbolo del precario triunfo del mal: las iglesias cerradas, los ritos interrumpidos, los fieles sin sacramentos, las liturgias modificadas; Bergoglio suspende la tradicional ceremonia a la Virgen Inmaculada en la Plaza de España; se ordena la sacrílega Comunión en la mano. Y Bergoglio destaca no por la defensa de sus fieles sino por la apología del genocidio –por lo que debe dar cumplidas cuentas- calificando el acto infame de la timo vacunación como un “acto de amor”. Y el Vaticano se convierte en una fortaleza del nuevo totalitarismo con el pasaporte y la timo vacunación obligatoria sin la que no se puede entrar ni salir; el último diminuto Estado que levanta las prohibiciones; se puede decir, que se ve obligado. Un proceso de ingeniería social para matar el espíritu, para acabar con el Cristianismo.

Cuando el arzobispo Carlo Maria Viagnò comenta que un cardenal que participó en el Cónclave le dijo a algunos amigos que “presenció hechos que anulan la elección de Jorge Mario”, no es necesario indagar mucho para desentrañar la conjura y la conspiración de una serie de cardenales modernistas, alguno, como veremos, que ha declarado que “yo no creo que en la Iglesia Católica”, que, junto con Jorge Mario Bergoglio, se pusieron de acuerdo, cabildearon, lo que está terminante prohibido por el documento de San Juan Pablo II, Universi Dominici Gregis, bajo pena de excomunión ipso facto, latae sententia, es decir, que no es preciso que sea dictada, sino que se produce en el mismo acto, con lo que esos cardenales, y entre ellos Bergoglio están excomulgados.

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Cardenal Danneels.

Cardenal Godfried Danneels.

Nos retrotraemos en la historia para asistir, en septiembre de 2015, a la presentación de la biografía autorizada del cardenal arzobispo de Bruselas, Godfried Danneels. En ese acto, y en esa biografía, sin que le tiraran de la lengua, si no en un acto de vanidad y orgullo desmedido hizo público la existencia de un grupo de cardenales y obispos que sería “elegante” –dijo- llamar el grupo de San Galo, por la ciudad suiza en donde se reunían anualmente desde 1996, porque a sí mismos se llamaban “la mafia de San Galo”. En esas reuniones se hablaba, para mayor libertad de los asistentes, sin que se tomaran notas de nada ni se hicieran resúmenes. Tal “mafia” tenía como fin controlar el Papado en la sucesión de San Juan Pablo II y oponerse a Joseph Ratzinger, fiel a la doctrina de siempre, frente a las ideas modernistas del grupo, que pasaban por la ordenación de mujeres, el matrimonio homosexual, la permisividad del aborto, la ideología de género…

De hecho, Danneels, presidente de la Conferencia Episcopal belga desde 1979 a 2010, tuvo un sonoro gesto cuando el rey Balduino rechazó firmar la ley del aborto pidiéndole que la firmara. ¿Un cardenal católico en esa actitud? También felicitó por carta al gobierno belga cuando aprobó el matrimonio sodomita, la eutanasia y la fecundación in vitro, además de ocultar y defender al obispo de Brujas que había abusado de su propio sobrino y recomendó a este retrasar la denuncia un año, para que se jubilara el eclesiástico, y así evitar el escándalo.

Cardenal Carlo Maria Martini, arzobispo de Milán.

Este personaje locuaz, y manifiestamente anticatólico, se reunía con el cardenal Carlo María Martini SJ, arzobispo de Milán, con los cardenales Achille Silvestrini, los alemanes Walter Jaspers –promotor de dar la Comunión a los divorciados, adúlteros y vueltos a casar-, Karl Lehmnan, los británicos Basil Hume, Cormac Murphy O´Connor, arzobispo de Westminster y presidente de la Conferencia Episcopal de Inglaterra y Gales desde 2000 a 2009…y algunos obispos centroeuropeos, con la finalidad de tomar el Papado y hacer una Iglesia mundanizada.

Cardenal Cormac Murphy O’Connor.

En vida de San Juan Pablo II, a Roma llegaron los rumores de que algo maquinaban los cardenales que se reunían en Saint-Gall y se envió al cardenal Camillo Ruini a investigar, pero éste dijo no haber encontrado nada sospechoso.

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Cardenal Karl Lehman,

Como dijo el cardenal Karl Lehman, quien negaba la historicidad de la Resurrección de Cristo, “yo no creo en la Iglesia católica, yo creo en Dios”. Esta “mafia de San Galo” fracasó a la muerte de San Juan Pablo II pues ascendió a la Silla de San Pedro el cardenal Ratzinger como Benedicto XVI, pero se organizó como resistencia, con gestos como el acto en el que los cardenales alemanes, nueve de dieciséis, le negaron el saludo en un acto público, y vio su oportunidad en la oscura, polémica y forzada abdicación de Benedicto XVI.

Entonces tuvieron lugar reuniones secretas, denunciadas o informadas por el vaticanista Mario Tosati y por Austin Ivereigh, un hombre partidario de Bergoglio, que da cuenta en su libro “El gran reformador”, en las que la mafia de San Galo, a la que se han unido los cardenales de Honduras, Óscar Rodríguez Madariaga, un hombre de George Soros, pues figura en la contabilidad de la Open Society, y Reinhardt Marx, en lo que Austin Ivereigh llama el “Bergoglio team”, y deciden que se entrevista con Bergoglio para pactar la manipulación del Cónclave, los cardenales Cormac Murphy O´Connor y Theodor McCarrick, quien, en la vanidad del grupo, hizo públicas las conversaciones en una conferencia en Estados Unidos.

Jorge Bergo

Jorge Bergoglio con Óscar Rodríguez Madariaga.

Bergoglio era el hombre para “reformar la Iglesia”, para destruir la Iglesia de Cristo, y se prestó a manipular el Cónclave estando incurso en la excomunión prevista en la Universi Dominici Gregis de San Juan Pablo II, emitida en 1996, cuyo artículo 79 establece: “confirmando también las prescripciones de mis predecesores, prohíbo a quien sea, aunque tenga la dignidad de cardenal, mientras viva el Pontífice, y sin haberlo consultado, hacer pactos sobre la elección de su sucesor, promover votos o tomar decisiones a este respecto en reuniones privadas”. Y el artículo 81 indica: “Los cardenales electores se abstendrán, además, de toda forma de pactos, acuerdos, promesas u otros compromisos de cualquier género que les puedan obligar a dar o negar el voto a uno o algunos”. Si esto sucediera quedan excomulgados late sententiae, aunque estos hechos no se conozcan y permanezcan secretos, ipso facto, por el hecho de haberlos cometido.

El 13 de marzo de 2013, Jorge María Bergoglio se asoma al balcón como nuevo Papa, A su izquierda, en lugar destacado está su mentor, el cardenal Godfried Maria Jules Danneels. La “mafia de San Galo” ha, aparentemente, triunfado. Pero de Dios nadie se ríe. La elección es inválida: Bergoglio y Danneels, entre otros herejes modernistas, están excomulgados.