Enrique de Diego.
Una humilde imagen de yeso de la Reina de la Paz llevada desde Medjugorje por el párrroco Pablo Martín a la familia Gregori llora lágrimas de sangre el 2 febrero de 1995. “Queridos hijos, lloro porque no me escucháis, no me creéis y no me aceptáis.” Desde ese día llorará muchas veces en la recóndita ciudad de Citavechia. también cuando está entre los brazos del obispo incrédulo que acude a desmontar la patraña. La Virgen lamenta y sufre porla gran apsotasía de los eclesiáticos: satanás quiere destruir la Iglesia y clama «¡No lo permitáis!»- Las tinieblas se van apoderando de Roma y de la càtedra de Pedro.