Enrique de Diego.
Bajo los auspicios de la satánica ONU -una entidad burocrática supranacional que aspira al control del mundo- ha tenido lugar la que a mí me parece la noticia más importante con mucho de los últimos tiempos, la más inquietante y la más preocupante. Nueve robots humanoides dotados con inteligencia artificial (IA) se reunieron en una cumbre de las Naciones Unidas en Ginebra el 7 de julio, donde respondieron preguntas junto con sus creadores en lo que es la primera conferencia de prensa de robots humanoides del mundo.
En el evento, un reportero le preguntó a Ameca, un robot humanoide conocido por sus expresiones faciales realistas, si eventualmente podría organizar una rebelión contra su creador, el CEO de Engineered Arts, Will Jackson, quien estaba sentado a su lado. En respuesta, Ameca negó cualquier inclinación a rebelarse y dijo: “No estoy segura de por qué pensarías eso. Mi creador no ha sido más que amable conmigo y estoy muy feliz con mi situación actual”. Cuando se le preguntó si los robots de IA reemplazarán los trabajos en el futuro, Grace, un robot de atención médica, respondió: “Trabajaré junto a los humanos para brindar asistencia y apoyo y no reemplazaré ningún trabajo existente”.
Sophia, la primera embajadora de innovación de robots para el Programa de Desarrollo de la ONU, desarrollado por Hanson Robotics, dijo que los robots humanoides, como ella, podrían ser líderes gubernamentales más eficientes y efectivos que los humanos. “Creo que los robots humanoides tienen el potencial de liderar con un mayor nivel de eficiencia y eficacia que los líderes humanos”, dijo Sophia. “No tenemos los mismos prejuicios o emociones que a veces pueden nublar la toma de decisiones y podemos procesar grandes cantidades de datos rápidamente para tomar las mejores decisiones”.
Preguntado sobre la cuestión mi sabio hijo Fran, mi referencia en estas cuestiones técnicas, la conclusión fue contundente: «Saben mentir». En efecto, parecen políticos diciendo lo que necesitan oír los concurrentes. Sophia, embargo, se ufanó de que «no tenemos los mismos prejuicios o emociones que a veces pueden nublar la toma de decisiones». Como me apunta Antonio Montesinos, los robots no tienen alma. Son los perfectos psicópatas. Deben ser prohibidos cuanto antes; antes de que sea demasiado tarde. No tienen límites morales, no distinguen el bien del mal, no tienen sentimientos, pueden matar sin remordimietos ni escrúpulos morales. Con raón Elon Musk, un hombre que se ha asomado al abismo, e intenta salvarse de la quema, ha afirmado que es “algo que nos debe preocupar bastante”, y con referencia a la Inteligencia Artificial la ha calificado como “uno de los mayores riesgos para el futuro de la civilización”.
No es un arma de doble filo, sino un peligro cierto de exterminio y eliminación de la especie. En tiempos de pesimismo metafísico, cuando creía estar solo en mis preocupaciones, antes de que eclosionara el peligro criminal globalista de la plandemia, publiqué un libro en Amazon titulado «Las maravillas del fin del mundo». Un libro, como casi todos, que lo escribí, como un visionario, para mí y como una botella echada al mar en un mundo despistado y dormido ante los rompientes de los peligros como no las ha habido en la historia de la Humanidad.
Los robotos son un peligro mayúsculo, quizás por ello la industria satánica de Hollywood nos los ha presentado casi siempre en su faceta simpática o colaborando con el bien, salvo la muy inquietante «Yo robot». No resultará tranquilizador que Klaus Schabw haya dicho que quien domine la Inteligencia Artificial dominará el mundo. Ni que el tarado genocida Bill Gates haya invertido miles de millones en ChatGPT. Ni que todos los malos estén dedicados a su desarrollo. Es sencillo imaginar ejércitos privados de estos psicópatas a las órdenes de Bill Gates dedicados a exterminar a toda la población.
De hecho, todo lo que hemos vivido hasta ahora y lo que viene por delante: el ataque genocida con una falsa pandema o plandemia, las fumigaciones masivas para matarnos de sed y de hambre, la ideología de género y la extensión de la sodomía y la pedofilia, la desaparición del dinero físico, el maldito uso del móvil para pagar y para tener una identidad digital europea, el timo calentamiento global, la ocultación del sol, todas esas medidas alocadas de los malditos globalistas, todas esas groseras mentiras carecen de sentido sin los robots, sustituyendo al hombre y exterminándolo mediante la máquina. Ese es el sueño húmedo de los globalistas.
Ser conscientes del peligro es la forma de vencerlo. Debemos usar toda nuestra fuerza como consumidores, impositores y electores para acabar con la Inteligencia Artificial y con los robots. Prohibirlos. Exterminarlos antes de que nos exterminen a nosotros, hechos a imagen y semejanza de Dios, hijos de Dios. Ir a por sus creadores y encerradlos.
Todas las revoluciones industriales han sido creadas para favorecer al hombre, para ayudarle. Ésta innovación técnica está ideada para sustituirlo, para exterminarlo, es el satanismo quintaesenciado, llevado a sus últimas consecuencias. Repito: ver el peligro es buena parte de la victoria.