Enrique de Diego.
La Editorial San Román nos ofrece un lujazo de libro en «Las llagas de Sor Patrocinio«, papel couché, el mejor de lo mejor, ilustraciones a todo color, con un apéndice que nos ofrece una colección de mitones, que usaba Sor Patrocinio para cubir sus estigmas con las que fue premiada por Cristo por su profundo amor a la Pasión Redentora. La cuidada corrección y edición del texto que es seña de identidad de esta editorial, y de ahí labra su prestigio de buen hacer y el terminado bibligráfico, al servicio de un contenido excelente.
Todo es poco para Sor Patrocinio, la monja de clausura, Concepcionista Francisca, que es la Santa Teresa de Jesús del convulso siglo XIX español, fundadora y reformadora de 19 conventos, que estuvo, a su pesar, contra su voluntad y querer, en medio de las tormentas del agitado siglo XIX español.
A Sor Patrocinio, que levanta pasiones, con una vida digna de una buena película, pues fue perseguida, desterrada, vivió las jornadas, incluso, de la Comuna de París, le han surgido dos admiradores. Uno, en su lascivia le hizo la vida impsible, Salustiano Olózaga, que quiso torcer su vocación y la prentendió en matrimonio, prohombre de la diabólica masonería y del liberalismo radical con el instrumento del partido progresista, que la tentó con vestidos y joyas, y luego el hedonista la atormentó y la hizo objeto de su tenaz resentimiento de don Juan enfermizo. Por otro lado está Javier Paredes, el autor del libro, nuestro mejor historiador del proceloso siglo XIX, como dió muestras sobradas con su biografía de Pascual Madoz, el anticlerical, que, ¡oh! parábolas de la vida, tuvo una hija monja de clausura. Digamos que Javier Paredes se ha enamorado, castamente, del personaje, y eso se trasluce en el libro, detallista y completo, y dentro de su especialidad, como Catedrático de Historia Contemporánea, nos ofrece a Sor Patrocinio en toda su entera belleza espiritual emergiendo con sus bellos atavíos del sañudo y conflictivo siglo XIX español-
Es una magnífica lección de Historia la que aquí se ofrece, de un profundo revisionimo respecto a la historiografía oficial y dominante. Bienvenida sea. Fuera caretas, abajo mitos. La masacre de frailes inocentes a manos de la escoria liberal representa una inhabilitación del liberalismo español y de la cloaca hedonista de Salustiano Olózaga. Para ello, es muy recomendable leer el libro y extraer las propias conclusiones. Javier Paredes no pierde las buenas formas y el rigor del historiador.
Ese liberalismo satánico, que se regodea en llevar a Sor Patrocinio, a sus tenidas para que escuche sus planes temebrosos de acabar con la religión cristiana, la convierten, a esta alma predilecta de Dios, en su chivo expiatorio. Viene al pelo el testimonio de Isabel II sobre «la monja de las llagas» cuyo proceso de beatificación está culminándose, pero que no precisa de canonizaciones para saberla muy cerca de Dios, a quien tanto amó. Dice la reina Isabel, que tuvo amistad religiosa con ella: «Contra ella se ha dicho todo lo malo que decir se puede; pero todo fue urdido por los emisarios el maldito satanás, que, así como a los primitivos cristianos echaban la culpa de cuantas desgracias ocurrían, así también los masones, si se encendía en España la guerra civil, si caía un ministerio, si se atentaba contra mi real persona, si se daba algún puesto a algún personaje, enseguida gritaban por medio de la prensa impía: ‘Son cosas de la monja Sor Patrocinio‘; y yo protesto delante de Dios y de los hombres que ella jamás tuvo parte en tales cosas, ni se mezcló nunca en cosas de gobierno ni de política. Y doy muchas gracias a Dios porque me ha consrvado con vida hasta ese momento, en que puedo desmentir de una manera solemne todas las calumnias e imposturas que contra tan santa religiosa propagaron los enemigos de Dios y de la Patria Española.
«Aunque mi amada y venerada madre Sor Patrocinio no tuviera a su favor nada más que la clase de hombres que la persiguienron, desterraron y calumniron, tendría bastante para que cualquier persona sensata se formara un subido concepto de su virtud. La persiguieron los malos, los impíos, los enemigos de la Iglesia, prueba inequívoca de que ella no era de su bando, sino buena, piadosa y santa. Siento un indecible consuelo en dar esta declaración en los últimos años de mi vida, en favor de la inocencia y de la justicia persguida. Yo moriré contenta, y Dios en cuya presencia hago esta declaración, la reciba en descuento de mis culpas y pecados, y aumento de gloria que creo firmemente goza ya mi tan amada madre Sor María de los Dolores y Patrocinio».
Aquí está dicho todo sobre la patraña urdida sobre Sor Patrocinio. El cuadro que la refleja en la portada, atribuido a Madrazo, nos da idea de la belleza física que adornaba a Sor Patrocinio, así que a sus 24 años, cuando la conoce Salustiano Olózaga, debía de ser un bellezón. Pero mujer de más belleza en su alma, Dios la premia con los estigmas de su Pasión: la del costado, el 30 de julio de 1829. Las de la frente (por la coronación de espinas), manos y pies en los días previos a la Ascensión de 1830.
Rechazado Olózaga por aquella mujer siendo novicia, vuelve a la carga, ya estigmatizada, con la complicidad canalla de nada menos que la madre de Sor Patrocinio, que ve en el triunfador Olózaga un magnífico partido. Con gran aparato bélico se presentan en su querido Convento de Caballero de Gracia, y va a dar lugar a un lamentable proceso, para mostrarla como una ‘embaucadora», que se ha hecho a sí misma los estigmas y pueden curarse naturalmene, en el que se produjo un terrible sufrimiento a Sor Patrocinio llevada a la fuerza a una casa de mala nota, donde la visita obsesivamente Salustiano Olózaga tentándola con todos los placeres del mundo y luego maltratándola, torturándola espiritualmente, e incluso físicamente, pues uno de los carceleros le propina un culatazo y le rompe dos costillas.
Explica Javier Paredes que «todos sus días fue un abrazarse a la Cruz redentora de Jesucristo sin protestar, aceptándola gustosamente. En tanto años de investigación, se cuentan por muchos miles los folios y páginas que he leído, bien redactados por Sor Patrocinio, o bien escritos por otros y referidos a ella. Pues bien, todavía no he encontrado una sola línea de queja o de protesta contra las continuas y graves contrariedades e injusticias que padeció».
El problema es que esas contrariedades e injusticias han sido perpetuadas en el tiempo por historiadores mediocres que han seguido con la cantinela falsa de la monja intrigante. Javier Paredes pone punto final a esa patraña y restablce la verdad histórica: la de un alma santa, y sufriente en silencio, pues como dijo con ironía Santa Teresa de Jesús en ocasión en que con sus monjas vadeando un río estuvieron a punto de ahogarse, que no la extrañaba que el Señor tuviera tan pocos amigos, pues así los trataba. Fecunda en obras de apsotolado: ahí está sus diecinueve conventos fundados o reformados.
Lo dicho: Javier Paredes ha hecho un homenaje exquisito de lujo bibliografíco a Sor Patrocinio, en un libro que es una joya que Paredes, dando lo mejor de sí como historiador, abriendo de par en par las ventanas del proceloso siglo XIX español, ha ofrendado a la devoción por esta figura egregia que es Sor Patrocinio, y a nosotros los lectores que podemos disfrutar de un libro exquisito en todos los sentidos y que se merece suerte y que pronto haya una segunda edición. Que la Virgen del Olvido, Triunfo y Misericordias se lo conceda.
Javier Paredes, Las llagas de Sor Patrocinio, Editorial San Román, Madrid, 2023, 306 páginas, 30 euros.
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