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Sánchez Dragó y la falsa subversión o la disidencia ridícula

Redacción




Miguel Rodríguez.

Mucha gente se pregunta quién era Sánchez Dragó y el papel que ha ocupado en esta ruina de régimen corrupto antiespañol que llaman de la transición o democrático. Pues bien: vamos a intentar reflexionar un poco sobre este tema con algunas nociones de su pasada (pseudogloriosa) juventud como antifa de salón.

La vergonzosa participación de Sánchez Dragó en la falsa política de España

En este artículo no vamos a hablar de la reconocida vertiente literaria del personaje, sino de su vergonzosa participación en la falsa política que llevamos padeciendo en España desde hace demasiado tiempo. De hecho, este salvapatrias amateur es la demostración clara y palpable de que el régimen traicionero y anti español de la transición empezó mucho antes de la muerte de Franco. En concreto, como poco, a mediados de los años 50. Cuando la derrota de las potencias que no eran comunistas o de la corrupta democracia occidental dio paso a un aislamiento internacional casi absoluto de nuestro país, dirigido por los chantajistas y terroristas dirigentes de Estados Unidos.

El chantaje occidental terrorista tuvo su vertiente cultureta

Unos chantajistas que obligaron a Franco a asumir los pactos de Madrid, por los cuales España ha quedado hasta la fecha ocupada por fuerzas imperialistas extranjeras y no sólo en Gibraltar. Un proceso que también pasó a lo cultural desde lo político el tiempo se transformaría en lo que luego fue la eta y todos los partidos traicioneros que ha traído el régimen. Pero antes de la subversión antiespañola desde los partidos políticos vino la subversión universitaria progre, que al igual que en otros países derivaría en auténtica complicidad con el terrorismo. Véanse casos como Baader Meinhof en Alemania o los sucesos de mayo del 68 en París.

La fascinación de la juventud con la violencia y la clandestinidad

El romper con todo por la vía que haga falta es típico de una edad determinada. La fascinación por la violencia y la vida en clandestinidad, siendo Enemigos Públicos del Estado, forma parte del encanto de estos grupos subversivos o presuntamente subversivos. Esa aura de rebeldía que va con la juventud y que a veces se muestra más radical y cruel de lo normal, como sucedió siempre con los que apoyaban el terrorismo etarra y siguen justificando este tipo de barbarie. Por esto es que en la universidad se recluta tanto a gente que puede hacer de mano de obra barata para cualquier revolución y ahí es donde aparecen los Sánchez Dragó y otros personajillos que se han creído algo en esta vida aparte de escritores o lo que sean. Porque a todo el mundo nos gusta presumir, en un momento dado, de que hemos hecho algo por la patria, por el futuro de la humanidad. En especial, a la gente que nos gusta escribir, pues tenemos un ansia no secreta de participar de las propias historias y de la Historia en mayúsculas.

Sancho Dragó y la falsa revuelta o estudiantil de los años 50

Hace muchos años que oí a Sánchez Dragó presumir de haber sido uno de los participantes en la revuelta estudiantil progre de los años cincuenta en España. La primera revuelta pública organizada en España contra el régimen de Franco. Sin embargo, ¿hasta qué punto se puede presumir de participar en un acto subversivo que no va a tener consecuencias para ti? Los organizadores ya debían de tener buena constancia de esto cuando se lanzaron a esta aventura que no tiene tanto de espontánea ni juvenil. Y no tenía tantos riesgos o más bien ninguno.

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Sánchez Dragó y la revuelta estudiantil del año 56

Año 1956. Universidad de Madrid. Los hijos de las clases media y alta, beneficiarios en gran parte de la victoria del bando nacional en la guerra civil, inician la revuelta universitaria contra el Régimen de Franco. Niños bien, conscientes de que el Estado les trataría como a los niños mimados que eran.

La revuelta universitaria se inicia contra el SEU, aprovechando unas elecciones universitarias. El 9 de febrero, una manifestación de universitarios contrarios al SEU se encuentra, frente a frente, con falangistas de la Guardia de Franco, que volvían de un acto de homenaje a Matías Montero. Se produce un choque y un joven falangista de 18 años de edad, Miguel Álvarez, es herido de un tiro.

Falangistas contra progres en la Ciudad Universitaria

Los sectores militantes de FET exigen venganza. Se acuartelan, bajo las órdenes de Luis González Vicén, y se aprestan a tomar la Universidad y frenar la deriva débil del Régimen, que venía impulsada por el Régimen en sí y su necesidad de sobrevivir en un ambiente occidental en el que tenía a todos los estados de frente. El Ministro del Ejército, Agustín Muñoz Grandes, y el Capitán General de la I Región Militar, Miguel Rodrigo, ambos excombatientes de la División Azul, piden a Franco la declaración del estado de excepción contra los falangistas beligerantes.

Sánchez Dragó y Tamames: dos caras de la misma moneda falsa

Entre los estudiantes universitarios implicados en la Revuelta contra el Régimen y contra el SEU estaban los dos personajes ‘estelares’ de VOX: Ramón Tamames y Fernando Sánchez Dragó. Dos personajes muy falsos, paracaidistas de la política, que han aumentado el circo iniciado falsamente por Abascal hace diez años para consolar a los peperos descontentos.

Los disturbios de 1956 se saldaron con la desaparición del SEU oficial y con el arraigo del llamado Movimiento Universitario -antifranquista- en la Universidad española. Los verdaderos promotores de la revuelta habían triunfado: así es cómo se inició la subversión progre universitaria en España, muchos años antes de la muerte de Franco. Así es como se inició esa falsa disidencia estudiantil y ese mito de los grises en la Ciudad Universitaria. Toda esa parafernalia progre de la que luego saldrían especímenes como los que hoy en día se supone que dirigen el país.

Sánchez Dragó y Pablo Iglesias como diatriba falsa de este sistema: la casta universitaria progre

De ese mismo denominador común saldrían los Podemos con los que Sánchez Dragó no estaba muy de acuerdo, como quedó patente en algún debate en el cual el literato se mostró impotente ante los absurdos razonamientos del coletudo. Pero es que él mismo venía de la misma ciudad universitaria donde se fraguó, a fuego lento, una subversión que no era anti franquista: siempre fue antiespañola.

La demostración de esto es que la ETA no dejó de matar después de la muerte de Franco ni del desmantelamiento completo de ese régimen y hasta de la unidad de la Patria. Y como demostración están los absurdos y patéticos intentos de conciliarse con ETA de Suárez y todos los gobiernos posteriores, cuando lo que ha quedado claro es que solo la fórmula policial y el uso de la fuerza con inteligencia han prevalecido sobre el terrorismo en todas partes.

Toda subversión tiene una faceta estudiantil, pero suele ser un trabajo de cloacas

No nos engañemos. Sin dinero (normalmente público) no hay subversión ni armas ni resistencia ni disidencia de nada. Todo queda en papel mojado mientras no haya potencias por detrás que suministren estos elementos básicos para cualquier movimiento revolucionario o disidente. Y no siempre hace falta fomentar la violencia terrorista o la insurrección armada en plan masivo. Un ejemplo es el reducido número de etarras y el impacto mediático y cultural que ejercieron en esas generaciones de finales de siglo XX. En especial, en la universidad y todo el ámbito progre y de la famosa intelectualidad.

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Los servicios secretos como verdadero origen de las subversiones

No en vano, el primer atentado masivo de ETA contó con una parafernalia muy variopinta en la que destacaban los estudiantes, así como también en el atentado de Carrero, aunque la verdadera cabeza pensante de estas acciones brutales no eran ningunos estudiantes ni filósofos o adictos a Mao Zetung. Más bien nos encontramos siempre con servicios secretos utilizan estas epopeyas para avanzar en la consecución de sus objetivos estratégicos. Pero al final han quedado para la posteridad nombres de jóvenes progres, supuestamente idealistas, pero seguros psicópatas: Eva Forest, los etarras Wilson o Argala, Lidia Falcón, la pareja de refugiados vascos del atentado del Correo, etc. Gente que siempre ha estado acompañada de otros nombres un poco más disimulados como los de Gregorio Peces Barba, Manuela Carmena (se salvó de la matanza de Atocha) y otros salvapatrias profesionales.

La universidad pública española como origen de muchos falsos disidentes y revolucionarios

De ahí saldrían los famosos Monederos e Iglesias o la subversión falsa del 11M el día antes de las elecciones de 2004. Otra subversión falsa y controlada desde el Estado y desde el extranjero. Otra subversión y disidencia falsa como es Vox, partidito de jetas de buena familia y enchufados que han tenido el deshonor de contar entre sus filas con falsos subversivos como Tamames o Sánchez Dragó.

La conclusión de este artículo es que sin una victoria militar definitiva estás a merced de tu enemigo. Y no hace falta que haya una invasión definitiva, como en el caso de España, que es la única nación occidental que no le debe la vida a nadie: nuestros antepasados lucharon siempre por esa independencia que ahora hemos perdido y hay que preguntarse cómo hemos llegado hasta aquí. Los distintos grupos de acción que se unieron para luchar contra el Estado usurpado en el 36 y lo derrotaron con las armas, en una cruenta guerra civil, al final perdieron de todas maneras: la falta de apoyo en el extranjero, el bloqueo criminal occidental dirigido por los yanquis y la propia disensión interna laminaron el régimen y al país entero desde el interior.

Una vieja hornada de soplagaitas a sueldo de extranjeros

No hizo falta ninguna agresión armada extranjera (que hubo varias, derrotadas siempre), como la Operación Fénix para robarnos las Canarias, que ya las que tenían planeadas los aliados occidentales contra nosotros. Y lo iban a hacer, aunque no entrásemos en la Segunda Guerra Mundial con Alemania, claro. Pero también tenían a los propios hijos de papá españoletes, en los años cincuenta, los niños bien de gente que podía permitirse mandar a la universidad a sus hijos, fueron los primeros traidores que iniciaron el proceso de descomposición del Estado español y de la Nación bajo consignas extranjeras y antipatriotas. Entre otros, los patéticos salvapatrias como Sánchez Dragó, Tamames, los Vestrynge o Felipe González. Una vieja hornada de soplagaitas a sueldo de extranjeros que ahora viene sustituida por los actuales Espinosa de los Monteros, Iglesias, etc.