Enrique de Diego.
Me produces arcadas, no lo puedo remediar, físicas y sobre todo morales, Teresa Ribera. Me das asco y no sólo a mí, a una gran cantidad de españoles, porque todo lo que tocas se vuelve polvo y cenizas y puro desierto. Partes de patrañas para llegar a tierras pantanosas. Has cerrado nucleares, has destruido embalses, con furia globalista. Eres ministra de Transición Ecológica; transición hacia qué, hacia el abismo al que nos lleváis tanto inútil, sin criterio, siguiendo consignas de los diablos globalistas, que son unos torpes y unos asnos, y viven en la mentira. Pero eres también ministra del Reto Demográfico que, como me comenta el sabio Alejandro Díaz, tiene un sombrío y oscuro sabor y hedor maltusiano, de despoblación del «planeta«, como decís los horteras engolados, y os hacen coro las ranas ecologistas, ecologetas y ecofascistas, que sufientemente subvencionadas atacan al hombre.
Mira, Teresa Ribera, de los cojones, de faz picasiana, vamos a ser claros, habrá que despoblar de gentuza inútil como tú, y los amos de ti y de tu señorito, Perico Sánchez, como el tarado genocida Bill Gates. Así están las cosas. Teresa Ribera, de los cojones, o vosotros o nosotros, brujas pirujas como tú, formada en la burrocracia asesina, habéis delimitado los campos del maldito reto demográfico. ¿Con qué derecho te has dedicado y te dedicas a destruir embalses? Pedazo de inútil. ¿Con qué finalidad destruyes el patrimonio hidrogáfrico de España, de los españoles? ¡Para matarnos de sed y de hambre! Así cumples tu parte, sicaria picasiana, en ese abyecto reto demográfico.
Te vas a ir por donde amargan los pepinos con tus flatulencias de urbanita jugando a ecologísta para llenar el suelo patrio de parques eólicos, que no valen un pimiento, e instalaciones fotovoltaicas, que valen menos y son un horror. Tendrás que pagar por tus crímenes como esas fumigaciones asesinas de las que te doy por enterada. Y las pagarás, por todo el mal que has hecho y haces, bruja.