Luis Bru.
Iker Jiménez es un caso escandaloso. Después de jugar durante años a ser disidencia y a rozar los temas más delicados, después de tener en su programa a grandes personalidades como el gran Enrique de Vicente, demostró ser un hombre absolutamente vendido al sistema inyectándose públicamente, y por tanto, no sólo haciéndose un mal a sí y a su propio cuerpo, sino promocionando el veneno de muerte.
Tiene razón el tuitero Finley Mac cuando sentencia que «en el pecado lleva la penitencia», cuando con media lengua y sin hablar del todo claro, refiere a las dificultades que se está encontrado desde que se timo vacunó a la hora, sobre todo, de hacer deporte, como fatiga crónica o pinchazos en el corazón. Pues el pecado público, la penitencia ha de serlo y debe hacerse con nitidez y claridad meridiana, lo cual está muy lejos de concurrir. Así que Iker, a llorar al Muro de las Lamentaciones. ¡Habla claro y denuncia!