Virginia Montes.
Sin tirar las campanas al vuelo ni vender la piel del oso antes de cazarlo, puede decirse que la batalla decisiva contra los genocidas globalistas se da en los Estados Unidos y tienen todas las de perder. De hecho, el estado mayor del globalismo está compuesto por personas de nacionalidad norteamericana, Bill Gates, George Soros, Henry Kissinger, los Rothschild, los Rockefeller, los Bush, que no sienten los Estados Unidos como Patria.
El 3 de enero se produce el cambio en la Cámara de Representantes
Por de pronto, el 3 de enero toman posesión los nuevos congresistas y se pone de manifiesto la mayoría absoluta de los republicanos con 222 escaños, por 213 los demócratas, que son la consecuencia del 51,4% de los votos por el 46,7% para los demócratas de demente Joe Biden, una diferencia de nada menos que 5 millones de votos. Una ola republicana que se ha querido minimizar mediante el patético subterfugio de que los demócratas han conseguido frenar su caída libre y frenar a los republicanos. Nada más contrario a la realidad. El mapa electoral en Estados Unidos ofrece una nación coloreada de rojo intenso, el partido republicano, con islas de azul, el partido demócrata.
En Texas, de lejana tradición demócrata, los congresistas se reparten entre 25 republicanos y 13 demócratas; la distancia es más abrumadora en Florida, un estado hasta hace bien poco oscilante: 20 y 8. En Nueva York, los republicanos acortan peligrosamente distancias: 15 para los demócratas y 11 para los republicanos. En Arizona, estado en permanente litigio, y con las máquinas de Dominion haciendo de las suyas, han sido elegidos 6 congresistas republicanos y 3 demócratas. Republicanos son el círculo de la biblia, el corredor mormón y el medio oeste o la región de las praderas.
Más importante que el número es la extracción de los congresistas. Muchos son trumpsistas, de American first, muy alejados de los «rinos» (republicanos sólo de nombre) que acostumbraban a llenar las bancadas del partido. Por el contrario, los que llegan lo hacen con las ideas claras y una nítida confrontación con el globalismo y las políticas destructivas woke o progres.
Por supuesto, el 3 de enero el cambio sociológico e ideológico de la Cámara de Representantes no es de matiz, sino copernicano. Un senador muy próximo a Trump, como Rand Paul, reelegido, ha marcado sus prioridades: «después de Fauci, el siguiente es Joe Biden». Se da por hecho que se abrirá una comisión de investigación sobre la conexión Hunter y Joe Biden, con el ordenador personal de Hunter en primer plano y los negocios con Ucrania. Por cierto, que los republicanos se oponen a toda ayuda con Ucrania y por ello los demócratas se han dado prisa en incluir una ayuda militar cifrada en 45 millones de dólares. Zelenski tiene las horas contadas, mientras Nancy Pelosi es un ya un personaje del pasado.
No es descartable que los republicanos vayan al impeachment contra sobón y demente Biden, después de ir contra Hunter, cuyo ordenador personal con sus putas y su drogadicción fue hurtada al pueblo norteamericano en las elecciones de 2020 por el FBI, de hoz y coz en el Estado profundo, quien lo calificó de fake news, una vitola que designa a al verdad, y de propaganda rusa, el invento del Rusiagate propalado intencionadamente, con Facebook, en horas muy bajas, y Twitter, siguiendo consignas censoras.
El genocidio de las timo vacunas, a escrutinio de la Corte Suprema de Florida
No se puede descartar que la Cámara de Representantes entre de lleno en el gran escándalo del genocidio con las timo vacunas, que va a ser investigado por la Corte Suprema de Florida, a instancias del ascendente gobernador Ron DeSantis. Hay quien no la tiene todas consigo y considera que el gran jurado de la Corte será corrompido por la mafia farmacéutica que cuenta con cuantiosos fondos para ello y no quiere verse con sus vergüenzas criminales al aire. Habrá que ver. Por de pronto, las vacunas de ARNm de Pfizer y Moderna van a ser escrutadas.
Las Corporaciones globalistas, en crisis
Con los buques insignia empresariales en la cuerda floja, Amazon, Disney, CNN, Netflix, Tesla, Facebook, Burger King, el propio Black Rock, al que han puesto la proa dos estados como Texas y Florida, con otras gigantes globalistas tambaleándose, como Uniliver y L’Oreal, con Elon Musk tratando de salvarse de la quema con un Twitter oscilante entre la censura y la libertad de expresión, el globalismo está en grave crisis y ha recibido la sentencia de la Historia cuando no consiguió llegar a la timo vacunación obligatoria y tuvo que retirarse en desbandada.
El globalismo maltusiano agonizante se encuentra ante un escenario adverso.