AYÚDANOS A COMBATIR LA CENSURA: Clicka aquí para seguirnos en X (antes Twitter)

FIRMA AHORA: El manifiesto contra el genocidio de los niños


AFECTADA POR LAS TIMO VACUNAS: Johana Fernández: Desconfianza que ya hay afortunadamente en la calle y la gente va de frenada ante el pinchazo

Redacción




Johana Fernández, afectada por AstraZeneca y Pfizer, San Vicente del Raspeig, Alicante.

Día 13 de diciembre, la noche antes ha sido larga, vi todas las horas del reloj, un sueño muy interrumpido y poco reparador. Suena el despertador a las siete de la mañana, pero ya tenía los ojos abiertos desde hacía un buen rato. Toca tomar las pastillas una hora antes del desayuno y mientras despierto a mi pequeña para llevarla al cole transcurre ese espacio de tiempo, desayuno mi zumo de naranja que prepara Ricardo y una tostada con aceite y york al mismo que organizo mi bolsa para ir de excursión a la jornada de Rituximab en el Hospital y que se repetirá el 27 de diciembre.

Mi hija presiente, intuye que no es un día como otro cualquiera y me dice: – mamá, ¿es normal que tengo como la boca para vomitar, pero no tengo vómitos?, – me duele la barriga. No te preocupes cariño, hoy si te sientes mal papá estará pendiente del teléfono por si no se te pasa vaya a recogerte. Yo te veré por la tarde, ¿vale?, – vale, ella resignada. Sabe que, si en cualquier otro día ella se sintiera así, se quedaría conmigo en casa… Bien, nos vamos al colegio, pero de camino me recuerda que siente dolor de barriga, ella me transmite que es de nervios. 

No me cabe ninguna duda que ella es la personita que está sobrellevando en su alma mi peso, me percibe de lejos y en silencio. Nuestro vínculo es muy especial.

Ya estoy sola con mi mochila llena de cosas entre ellas, una manta por si me da frío sentirme “como en casa”, mi misma ropa, os diré que soy muy sensible con estos temas, como me ha ido bien desde el primer ciclo, me gusta vestir con la misma ropa, es como el kit de “guerra”, o de la buena suerte, según se mire. 

Cruzando la calzada, delante del Hospital, siempre pienso muchas cosas: – Jo, tengo que pasar el día aquí, el ser humano es muy vulnerable y no nos damos cuenta hasta que entramos en movidas de este tamaño… Bueno, espero el ascensor, vamos enlatados, me bajo en la segunda de consultas externas y voy a la Sala Polivalente, izquierda, otra vez izquierda, al fondo a la derecha al final del pasillo… el camino puedo hacerlo con los ojos cerrados. Allí ya me conocen al llegar: – hola, ¿cómo estás?, ¿llevas etiquetas?… descuelgo mi mochila de mis hombros, abro mi carpeta y le doy una etiqueta con mis datos… ¿te sientas por aquí?, – no, prefiero en la de dentro, soy algo especial y me gusta sentarme siempre en el mismo sillón, siempre que se puede.

Dejo todo en la silla y llega el enfermero que va a ponerme la vía: – en el izquierdo por favor, así puedo hacer cosas mientras con la derecha, que soy diestra. La vía puede ir más arriba, en la flexión, bueno, yo prefiero a la altura de la muñeca algo más arriba porque me deja más movilidad. La verdad es que intento pasar las siete horas largas lo más normalizada posible.

Encuentro profesionales que son amables, son personas que en su mayoría solemos ir de forma regular y ellos lo hacen lo más confortable posible. 

Hay una profesional como la copa de un pino que desde aquí le mando un gran abrazo por hacerme la estancia más llevadera, por tener conversaciones conmigo, cuidar de mis necesidades, por regalarme esos “polvorones” de chocolate y gracias por acompañarme hasta la salida. 

Allí conocí a dos pacientes, siempre conozco a personas interesantes, las tres mantuvimos una conversación de lo que estábamos viviendo con la mal llamada vacuna, la desconfianza que afortunadamente ya hay en la calle y que las personas van ya de frenada después del 2º pinchazo… También hablamos de los efectos adversos y de la mosca que hay detrás de la oreja de una de ellas sobre un hecho que le había sucedido entorno a su salud. Seguimos multiplicándonos como los panes y esta semana leo un artículo en el Diario.es en el que dice que: “Sanidad recomienda por primera vez vacunar contra la COVID-19 a los menores de cinco años” … Quisiera pensar que esto acabará pronto, pero tengo mis dudas de si nuestra generación lo verá.

En la sala polivalente hay dos sillones el 17 y el 18 están bloqueados para pacientes COVID, es decir, seguimos estando en la misma sala los inmunodeprimidos con pacientes COVID. ¿Me puede alguien explicar que de coherente hay en las medidas entonces? ¿por qué siguen los transportes públicos con mascarillas?

Esta semana el grupo de VaCURADOS hemos podido realizar un taller para obtener herramientas para poder gestionar los momentos duros que suceden cuando estamos inmersos en una sintomatología tan dura, intensa y sobre todo a veces muy fuera de control para algunas personas… es muy muy difícil mantener la calma. Muchas gracias Sigfrid por este gesto.

A mí hay una reflexión interna que me ha a acompañado estos últimos 18 meses: en esta vida estamos de paso, nos vamos a ir todos, nadie se va a quedar, la diferencia entre nosotros es que tenemos más información con respecto al tiempo que tenemos de seguir con nuestro cuerpo físico. Y, tenemos que aprovechar cada momento porque este pensamiento está de forma muy presente y muy consciente en nuestras vidas, en la de los adversos.

Y de aprovechar se trata, de no perdernos nada de lo que realmente nos importa y nos conmueve. Como os dije la semana pasada, la regata del jamón ha transcurrido este sábado y por supuesto que allí he estado, esa imagen que encabeza hoy, es el alimento de mi alma.

Feliz Nochebuena, Feliz Navidad.