Johanna Fernández Martínez. San Vicente del Raspeig, Alicante.
Siempre he sido de anotarlo todo, posits de muchos colores, notitas por la casa a modo de recordatorio, ahora lo veo como un ensayo de lo que más tarde tendría que poner en práctica para llevar mi vida con la cordura suficiente para superar los obstáculos que me iría encontrando en el camino.
Una lista de la compra anotada en la agenda del día lunes junto a una ristra de actividades como cada uno de nosotros se plantea cada semana en esta sociedad que nos lleva a galope en una sin razón olvidando el presente, el momento, el instante como lo que verdaderamente es, existe y sientes… y en medio de todas ellas las visitas a distintos especialistas y sacar mi mejor versión.
Los ejercicios de la fisioterapeuta van subiendo de nivel y el cuerpo responde. El quedarse en la cama no es una opción en nosotros los adversos, la quietud nos consume. Es una tónica frecuente entre mis iguales y hay que “luchar a brazo partido”.
Mis noches, muchas de ellas son largas, me despierto en varias ocasiones porque las manos pican, pican y pican, el primer pensamiento que viene a mi cabeza es tomar conciencia de mi situación hoy, de quién soy yo hoy, y cuando entran esas limitaciones, desecharlas, ese es el trabajo más duro al que me enfrento diariamente. Yo puedo con esto y con todo lo que se me ponga por delante. Darme cuenta que la sensibilidad de otros no es la misma, que el sufrimiento que otros llevan consigo es más grande del que creen que pueden soportar. A veces encontrar las palabras justas o bromear es parte de mi pequeña “labor” entre mis compañeros de camino…
Lo que más nos perturba es el absurdo de la obra de teatro que nos han montado. Leyendo: “la EMA recomienda incluir el sangrado menstrual abundante como efecto secundario de las vacunas Pfizer y Moderna”, ¿podemos hacernos una idea de las mujeres que hemos sufrido este efecto secundario y en la cara a muchas de ellas les han intentado convencer que no es vinculante con la mal llamada vacuna?
A mí me ocurrió con AstraZeneca, y cuando fui a ponerme la segunda y última dosis, me preguntaron si había tenido efectos secundarios con la primera dosis y contesté, sí, una metrorragia de treinta y tres días a la que tuve que tomar coagulantes, y me contesta: – eso no puedo anotarlo porque no está catalogado, no tengo dónde anotarlo, no tiene por qué ser de la “vacuna”, le dije: ya, pero este ha sido mi efecto secundario, ya pero no tengo dónde anotarlo porque no está catalogado, si no es fiebre, dolor en el brazo… no se puede tomar como efecto secundario.
¿Por qué no sale en las noticias de la televisión si ya son aceptados?, ¿por qué seguimos en la invisibilidad?
Lo mejor de la semana, por fin los ejercicios de evaluación del quiropráctico, aunque los resultados estarán la próxima semana, ya se deja entrever que la tensión muscular ha bajado considerablemente y con ello mi mayor movilidad que va de la mano de mejor humor y más ganas de “comerme el mundo”. Si esto fuese un plato del menú cuando recibimos los tratamientos tan agresivos, los tiempos de dolor físico se acortarían, la autonomía llegaría antes y el estado anímico se mantendría a flote, pero a los adversos, nos dejan caer.
Sigo leyendo adversos con la moral por los suelos, agarrándose a un clavo ardiendo, probando tratamientos a “diestro y siniestro” con tal de volver a ser quienes fueron.
Vaya, una bacteria se resiste a marcharse de mi cuerpo y ofrece una extensa e incómodas consecuencias, por delante quince días de tratamiento y para reconstruir asoma una terapia que nuevamente no entra en la seguridad social ni tampoco cubren los seguros privados, así que, si quiero reconstruir, el dinero por delante nuevamente. Toda una vida cotizando y nos encontramos con todo tipo de pasteles de colores.
Que mi hijo me encuentre con ganas, con fuerza, luchando, poder seguir siendo un referente para él, le proporciona la estructura que necesita para crecer siendo un individuo feliz y libre, muy libre.
Es una lucha de todos, es una lucha de toda la humanidad. Dentro de unos días será el día de todos los Santos, el de los Difuntos, los que se fueron y no volverán… ¿Quién no ha perdido un ser querido en estos dos últimos años desde que nos encerraron?, muertes por COVID, muertes por mala praxis… ¿por qué no hablar de las muertes que está ocasionando el experimento de las inoculaciones? ¿de verdad nos creemos el cambio climático, la exposición a las pantallas y no se cuantas chorradas no están anunciando como causa del incremento de mortalidad?
Aunque mis manos estén llenas de heridas literalmente hablando, mi piel haya envejecido al menos diez años y mi masa muscular sea de baja calidad, mi esencia sigue intacta, mi forma de encarar las dificultades y de sacarle el dedo a quien se interponga en mi camino, no ha cambiado ni cambiará.