Según publica La Voz de Galicia, el prematuro fallecimiento de Jorge Eimil Pardo, a los 45 años de edad, ha dejado un enorme vacío en «sus dos familias»: la que tiene en su Xermade (Lugo) natal, así como en As Pontes y Santiago, y la universitaria. Porque Jorge, que llegó a Santiago a estudiar Ciencias Económicas, se enamoró de la ciudad y se quedó a virvir en ella. Era tuno hasta la médula, de los que lo viven mucho más allá de su etapa universitaria. De hecho, seguía en activo en la tuna de Derecho, en la que tocaba la guitarra y cantaba, y participaba en sus actividades siempre que se lo permitían sus obligaciones profesionales como asesor fiscal en la gestoría compostelana Eiras y Barredo.
El fallecimiento de Jorge causó una gran consternación en estos ambientes universitarios. Las tunas de Derecho y de Farmacia, en la que se había bautizado como tuno, además de la agrupación Troyanos de Compostela, expresaron su lamento por el óbito y enviaron públicamente un afectuoso abrazo a sus familiares.
Quienes conocían a Jorge Eimil, que tenía el alias «Botones» en la tuna, destacan de él su forma de ser campechana y su generosidad. «Era una persona excelente, muy colaboradora en todo lo que se le pedía, todo lo que tenía lo daba, y suscitaba muchísima estima por ello». También afirman que disfrutaba lo indecible con la tuna, «era su segunda familia», y por eso prolongó su relación activa con ella hasta el final de su vida, mientras la enfermedad se lo permitió. Le gustaba salir a cantar con la tuna y a escuchar música con sus compañeros, y disfrutar y pasárselo bien todo que se puede como miembro de una tuna, que es mucho. Con la tuna de Derecho, Jorge viajó mucho para actuar en festivales, tanto en diversas ciudades españolas como en otros países europeos y en Latinoamérica.