Enrique de Diego.
Abraán Cajaraville tiene un sinfín de dolencias a causa de la timo vacunación. «La gravedad de los síntomas y su rápida evolución está poniendo en riesgo mi vida». Al no reconocer la causa, no se aplica un tratamiento, sino un caos descoordinado. «Ahora mismo poco más tenemos que rezar y esperar un milagro».
– ¿Cuáles son tus dolencias? ¿Cuándo te pusistes las timo vacunas?
Me puse la primera y segunda dosis de Pfizer en diciembre de 2021. Traté de evitar la vacunación ante los riesgos que planteaba, pero las exigencias deportivas, de viaje al extranjero (trabajaba en Francia) e incluso de estudios que me privaban de disfrutar una beca que se me había concedido fueron la coacción que me llevó a vacunarme en esas fechas. Estaba a punto de perder mi vida profesional. A los tres días de la primera dosis comencé con un dolor en el pecho al salir a hacer mis entrenamientos diarios. Al cabo de mes y medio ese dolor se hizo permanente. Me diagnosticaron una pericarditis, fibrosamiento del corazón, inflamación crónica de costillas y esternón, luego me cambió el sabor y el olor de muchas cosas, empecé a sufrir espasmos musculares, mioclonías, fasciculaciones de los músculos…, acabaron apareciéndome tumores óseos en el pecho que me hacen crecer las costillas a un ritmo que se sale de cualquier baremo biológico, sufro bradicardia y taquicardias y también se me han fibrosado los pulmones. A lo largo de estos 10 meses los síntomas y enfermedades se han ido multiplicando y agravando.
– ¿Qué te sucede ahora?
Mis tumoraciones se están multiplicando y creciendo a un ritmo exacerbado, me están apareciendo más problemas cardiológicos e incluso el nuevo problema de fibrosamiento de los pulmones. Vivo una tortura continua, con dolor a cada momento, incluso impidiéndome dormir. La gravedad de los síntomas y su rápida evolución están poniendo en grave riesgo mi vida. Además que no paran de aparecerme afecciones nuevas.
– ¿Te tratan en el Hospital?
Las personas que padecemos efectos adversos de las vacunas se nos trata como a enfermos convencionales, no como a personas que están sufriendo una reacción a un medicamento. Nos derivan a especialistas que no buscan la casa origen y tu salud se pierde en un batiburrillo de especialistas y largas listas de espera que siguen un protocolo sanitario ineficiente e inadecuado. Las analíticas y pruebas son convencionales y no abarcan la realidad de lo que nos pasa que es la alteración del sistema inmunitario. Casi todos acabamos siendo mencionados como pacientes que sufren problemas psicológicos, para los sanitarios excusarse de su ineptitud, mala praxis, y salvarse del problema de mencionar las vacunas. En mi caso llevo 7 meses acudiendo semana tras semana a especialistas, atención primaria, médicos privados, urgencias… mis enfermedades y mis síntomas surgen y evolucionan delante de los médicos y a día de hoy sigo sin el más mínimo tratamiento o diagnóstico claro de lo que me sucede, y eso a pesar de que sufro varias reacciones adversas reconocidas por el fabricante de la vacuna y señaladas como tales en mi historia clínica.