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Mariano Fazio debe volver a Argentina, tras demoler el Opus Dei, de donde nunca debió haber salido

Redacción




Luis Bru.

Mariano Fazio Fernández ha cumplido sobradamente su misión: desactivar y demoler al Opus Dei, en calidad «de amigo del Papa». El diario La Stampa publicó que «Il nuovo vicario general del Opus Dei arriva de Buenos Aires, é amico del Papa».

Este prolífico y endeble pensador, especialista bergogliano, «no es filósofo ni teólogo, pero es un gran pastor», ha escalado hasta el puesto de vicario auxiliar del Opus Dei, lo que le sitúa como el futuro prelado. Muy preocupado por el secularismo, tanto que pertenece a «esa fortaleza de clérigos mundanizados», de la que hablaba San Josemaría Escrivá de Balaguer, como se puede observar en su bazofia «Historia de las ideas contemporáneas».

Después del motu propio que, para proteger el carisma, decide que Fernando Ocáriz no sea obispo, lo cual no tiene ninguna importancia, y es bueno para la humildad, pasar a depender del dicasterio del Clero -llegó a depender de los religiosos como Instituto Secular- y mangonearlo obligando a presentar un informe anual, puede decirse que Mariano Fazio está en condiciones de decir «misión cumplida».

El Prelado le debería agradecer los servicios prestados y enviarle de vuelta a su Argentina natal, de donde nunca debió haber salido.