Ian Miller.
La ciudad de Nueva York ha manejado el COVID tan mal como cualquier otra ciudad del mundo.
Desde el aumento inicial y las horribles tasas de mortalidad debidas en parte al envío de pacientes con COVID positivo de regreso a hogares de ancianos para infectar a otros residentes mayores, al enmascaramiento de niños pequeños, a los mandatos de vacunación de empresas privadas y pasaportes de vacunas discriminatorios, Nueva York ha sido un ejemplo destacado de lo que no que hacer.
Si bien el exalcalde Bill de Blasio fue responsable de muchas de las terribles políticas de la ciudad, el actual alcalde Eric Adams ha hecho un esfuerzo concertado para duplicarlas y empeorarlas aún más.
Bueno, eso es cuando no está demasiado ocupado bailando sin máscara en un restaurante, asistiendo a espectáculos de Broadway sin máscara o festejando en el club sin máscara .
Durante una conferencia de prensa reciente, Adams explicó que tomará una de sus decisiones más indefendibles hasta el momento; obligar a las vacunas COVID para niños:
Adams dijo en respuesta a una pregunta que sí, que las vacunas serán obligatorias y que él y su equipo todavía están “reuniéndose y discutiendo” y tratando de encontrar la “mejor manera de hacerlo”.
Esta decisión es completamente inconcebible.
No hay justificación científica para exigir estas vacunas específicas para niños, especialmente niños pequeños. De manera concluyente, no hay ningún beneficio en absoluto con respecto a la prevención de que los niños se infecten o transmitan el virus a otros, y los niños tienen un riesgo notablemente bajo de enfermarse gravemente por COVID de todos modos.
La supuesta investigación a la que hace referencia el CDC para justificar su recomendación para los niños también fue tan mal realizada y deliberadamente engañosa que tuvo que ser editada por los autores. Incluso eso no fue suficiente para solucionar todos los problemas .
Los ensayos ni siquiera intentaron estudiar si había un beneficio para la vacunación de los niños que habían tenido COVID anteriormente, cuando los CDC estiman que el 75% de los niños ya contrajeron el virus.
En lugar de evaluar los datos y comprender cuán débil es el caso para que los padres elijan vacunar a sus hijos, el alcalde y su equipo de «expertos» tomarán esa decisión por ellos. Naturalmente, ignoran cualquier análisis de riesgo/beneficio y apelan exclusivamente a su equipo político.
Esto también conducirá inevitablemente a más pérdidas en el registro de las escuelas de la ciudad de Nueva York.
Solo el año pasado, la inscripción cayó un 4 % y las escuelas públicas perdieron casi 50 000 estudiantes entre 2019-2020 y 2020-2021.
En lugar de poner a COVID en el espejo retrovisor y reconocer la realidad de que la vacunación debe ser exclusivamente una elección personal, el alcalde de la ciudad de Nueva York continúa el teatro con mandatos ofensivos e inexplicables.
No existe una posible justificación razonable o racional para esta decisión, por lo que no sorprende en absoluto que Nueva York esté liderando el camino con otro mandato tremendamente incompetente.