Un artículo de Rita Joseph para The Western Journal
¡Qué decisión tan razonada y esperada de la Corte Suprema!
La razón y el estado de derecho han triunfado sobre la ideología fanática pro-aborto que se niega a reconocer a nuestros hijos en el útero como seres humanos.
Restauración de nuestro deber de proteger cada nueva vida
Al anular Roe , el tribunal ha abierto la puerta para que los estados restablezcan la protección universal de dos de los derechos constitucionales más básicos, el derecho a la vida y el principio de “no propiedad en el hombre”, que se encuentran en las Enmiendas 14 y 13, respectivamente.
Todo ser humano, independientemente de su edad o tamaño, tiene el derecho igual e inalienable de seguir viviendo. Todos los seres humanos deben ser tratados como personas y nunca como propiedad.
La Corte Suprema ahora ha anulado 50 años de la teoría ideológica errante que eliminó todas las protecciones de estos seres humanos más nuevos y vulnerables.
Lo que el tribunal llama “el abuso de la autoridad judicial por parte de Roe” ha sido expuesto: “Roe fue notablemente laxo en su tratamiento del texto constitucional. Sostuvo que el derecho al aborto, que no se menciona en la Constitución, forma parte de un derecho a la intimidad, que tampoco se menciona”.
El tribunal afirma: “Roe concluyó que la Constitución implícitamente confería el derecho a obtener un aborto, pero no basó su decisión en el texto, la historia o el precedente. Se basó en una narrativa histórica errónea. … Por lo tanto, sostenemos que la Constitución no confiere el derecho al aborto”.
La verdad vence a la ilusión.
Al igual que en la historia del traje nuevo del emperador, los estafadores y estafadores en 1973 pretendieron tejer «derechos» al aborto de la nada, de «penumbras». Sin pruebas legales sólidas, reformaron el asesinato de los no nacidos como «derechos de la mujer».
¿Recuerdas cómo los tejedores del emperador afirmaban que su tela tenía una forma maravillosa de volverse invisible para cualquiera que no fuera apto para su cargo o que fuera inusualmente estúpido? Los inventores del derecho al aborto utilizaron la misma táctica.
Si no estuvo de acuerdo con los argumentos erróneos de Roe, entonces la culpa fue suya personalmente. Cualquiera que no estaba de acuerdo con su invento era tachado de no apto para el cargo o estúpido… o misógino, patriarcal, sexista o racista.
La táctica funcionó. Durante demasiado tiempo, demasiados estadounidenses carecieron del coraje para desafiar el error y decir la verdad al poder al denunciar el engaño aceptado oficialmente.
Los tejedores del derecho al aborto han forjado una negación colectiva de que se hace daño al elegir abortar a estos seres humanos más pequeños y vulnerables que están a nuestro alcance y bajo nuestro cuidado.
Dos errores en Roe
Roe estaba equivocado. La Constitución no guarda silencio sobre nuestros deberes para con nuestra progenie. A nuestros hijos se les garantizan las mismas bendiciones de libertad que reclamamos para nosotros. Las bendiciones de la libertad son prometidas por la Constitución para nosotras y nuestra posteridad, no exclusivamente para nosotras como mujeres.
Ese derecho natural otorgado por el Creador se afirma como el primer derecho mencionado en la Constitución, junto con el derecho a la vida y la búsqueda de la felicidad. Una vez concebido, todo ser humano se dedica de manera plena y sin fisuras a una búsqueda benigna y naturalmente ordenada de la felicidad.
La Constitución tampoco guarda silencio sobre la injusticia en el corazón de cada aborto electivo: la tolerancia de la «propiedad» materna y los derechos de matar con respecto a un niño nonato inocente que florece en el útero de su madre. Según la Enmienda 13, no puede haber tal propiedad ni derechos de matar sobre ningún ser humano, ni en el útero ni fuera del útero.
La Corte Suprema advierte que “libertad” es un término amplio.
No hay libertad egocéntrica en la Constitución. Desde el comienzo de la república, la Constitución estableció la igualdad de derechos a través de las generaciones, es decir, el mismo derecho a las bendiciones de la libertad tanto para las madres como para sus hijos.
Las madres no pueden decirles a sus hijos en el útero: “Todo esto tiene que ver con mi disfrute de las bendiciones de la libertad, y para garantizar mi disfrute, se les deben negar las mismas bendiciones de la libertad. No tienes la libertad de seguir prosperando como el Dios de la naturaleza quiso que lo hicieras. No eres un ser humano único e invaluable. eres mi propiedad Esto es todo sobre mi. Se trata de mi derecho a elegir, mi derecho a encargar tu asesinato.
Exponiendo el engaño
Finalmente, maravillosamente, ha llegado el gran día: la falacia lógica de Roe de tratar a los niños en el vientre de sus madres como propiedad disponible de sus madres ha sido expuesta como una fantasía. Por fin, Roe v. Wade ha sido invalidado formalmente y se ha revelado su razonamiento erróneo.
La autoimportancia y el autoengaño dieron forma a la negativa del emperador a aceptar la verdad sobre el engaño de los tejedores. Su negativa a aceptar la verdad una vez revelada significó su desapego de la realidad.
Habiendo estado sumergido durante tanto tiempo en una fábula sobre su propio poder y autoridad indiscutibles, se negó a hacer un examen crítico y objetivo de los hechos que habrían revelado la duplicidad del trabajo de hilado de los tejedores.
Una vez que se expone el error, no podemos desconocer la verdad.
Una vez que nuestros ojos están abiertos, no podemos pretender que todavía están cerrados a la verdad. No hay vuelta atrás a la ingenuidad, a fingir ignorancia de la terrible injusticia desatada en Roe.
No podemos recrear un traje de la nada, de lo que no está en la Constitución y nunca estuvo en la Constitución.
Una pequeña voz, una voz de sentido común, una voz que no se intimida, ha atravesado la ilusión.
El juez Samuel Alito ha hecho añicos el elaborado engaño de Roe. El sentido común ha prevalecido.
Nunca más seremos manipulados a un gran número de nosotros para que aceptemos la ilusión de que es moralmente defendible que cualquier madre encargue a un abortista que mate deliberadamente a su hijo por nacer.