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CENSURA EN TWITTER: Me han suspendido mi cuenta, Elon Musk es más falso que un Judas de plástico

Redacción




Enrique de Diego.

Ayer al mediodía, salí a hacer gestiones, y las tres horas, cuando volví me encontré mi cuenta de Twitter suspendida. Tenía pensado poner un tuit anunciado que he dado órdenes de dar de baja todos mis libros de Amazon, como reacción personal al anuncio de Jezz Bezos de que esa malvada empresa pagará el viaje y los gastos de toda empleada que decida abortar, lo cual da idea del nivel moral del personal de Amazon. No le voy a abrir un agujero a Bezzos pero tampoco quiero que el dinero que gane conmigo tenga un destino tan criminal como pagarle a las empleadas de Amazon el asesinato de su hijo. No son madres, son asesinas.

Bien, han suspendido mi cuenta en Twitter en un ejercicio brutal de censura. Ha habido otras censuras antes, pero la mía es de la etapa de Elon Musk, al que debo tener por un mentiroso compulsivo cuando se proclama «un absolutista de la libertad de expresión». Hablando con un amigo le indicaba que había dos opciones: o mentía para que nos confiáramos, levantaremos la cabeza y nos la cortaba o iba en serio. Ahora, a las pruebas me remito, tengo que afirmar la primera opción.

Los curioso que solo había retuiteado tres artículos de Rambla Libre, uno de ellos de mi serie «las dos almas de Estado Unidos», que está teniendo tanto éxito. No puedo decir que tuviera tantos seguidores como Donald Trump, pero estoy muy orgulloso de haber sido censurado con 20.500 seguidores, lo cual me daba, en el decir de unos de mis críticos, gran relevancia en las redes sociales.

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Ya fue penalizado durante dos semanas por poner que «la timo vacuna tiene como finalidad la eliminación de población», lo cual es absolutamente verdad. Entonces, gracias a un amigo, conocí a Gab, donde se respeta escrupulosamente la libertad de expresión, no como en twitter que desde que ha llegado Elon Musk han empeorado las cosas y la libertad brilla por su ausencia. Entonces hice un llamamiento a que todos iniciáramos el éxodo desde la comunidad que habíamos creado entre todos en el pajarito o pajarraco. Bueno, Gab es minoritario en España y es una lástima. He dado las buenas batallas en lo más crudo y más duro del genocidio, en el que la complicidad de las big tech ha sido determinante, pues no sólo en Twitter también en Facebook el clima es asfixiante. Cuando se presionaba para hacer el exterminio obligatorio y me enorgullezco de haber plantado cara con uñas y dientes y haber subido la moral de muchas personas aterradas y de haber aconsejado a otras los antídotos contra el veneno de cobra real inyectado.

He de confesar que, por prudencia, empecé, después de aquel primer acto atroz de censura de Twitter, a sortear la censura inmisericorde no utilizando el término timo vacuna o genocidio, sino pinchazo y masacre, así gané algunos meses decisivos, pero al final he sido cazado por los nuevos inquisidores en su «moderación». ¡Cuántos crímenes se cometen en nombre de la «moderación»! El Ministerio de la Verdad orwelliano avanza histérico cuando ha perdido la batalla y se hunde en todos los frentes, en Netflix, en Disney, en toda la ponzoña salida del averno.

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Tengo que descubrirme ante Andrew Torba, CEO de Gab, cuando indica que la libertad de expresión es imposible en Twitter porque los progres son tan débiles en sus argumentos que sólo practican el pensamiento único y silencian al discrepante, porque nada ofende más que la verdad.

Me gustaría decir que fue bello mientras duró, que mi cuenta es mía, era mía, que con mi esfuerzo se lucraba Twitter. Ahora en Rambla Libre podremos ser más claros. Hay un gran número de usuarios que entran y leen los contenidos directamente. Como no me he podido despedir, lo hago desde aquí y animo a todos a seguirme. Gab es una magnífica opción.

Rambla Libre se ha convertido en el oscuro objeto de deseo de los censores. He hecho mención a Facebook donde Rambla Libre pende de un hilo y está prácticamente desactivada con el mendaz recurso de «difundir información sanitaria falsa». Amazon, por su parte, me ha censurado los libros «Yo no me vacunaré» y el último, «Esther López y Repentinitis 2», que han cosechado un abrumador éxito editorial en la plataforma lulu.com. Por último, Google Adsense ha inhabilitado sus anuncios porque no respetamos en Rambla Libre algunas de sus tres normas: 1) no cuestionar las elecciones, especialmente las fraudulentas que auparon al demente de Biden; 2) poner en duda las timo vacunas, con el que se ha llevado a cabo el genocidio; 3) no cuestionar el timo climático. ¿Qué más piltrafillas, genocidas, vendidos a la mentira irrestricta?

Y un mensaje final para Elon Musk: eres más falso que un Judas de plástico.