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Carta del Editor: El doble alma de Estados Unidos (1): Entre la religión y la codicia

Redacción




Enrique de Diego.

«Este suelo se ha cansado de sus habitantes hasta el punto de que el hombre, la más preciosa de todas las criaturas es aquí más vil y abyecto que la tierra que pisa. Hemos llegado al más alto grado de intemperancia cultivando todo tipo de excesos. Las fuentes del conocimiento y la religión se han corrompido. La mayoría de los niños, incluso los más inteligentes y aquellos de quienes más se puede esperar, están pervertidos, corrompidos y profundamente abrumados por la multitud de malos ejemplos y el licencioso gobierno de sus escuelas». 

Este diagnóstico sobre los Estados Unidos podría predicarse a la otrora Patria de la Libertad y a su intensa y profunda decadencia, pero su autor es John Winthrop y se encuentra en su obra General Observations for the Plantation of New England (Observaciones generales acerca de la colonización de Nueva Inglaterra). John Winthrop fue el líder moral de los puritanos del Mayflower, un viejo carguero que solía transportar barriles de vino clarete de Burdeos a Londres y que había sido arrendado por un grupo de calvinistas ingleses. Y fue John Winthrop el que organizó y comandó en 1630 el contingente más importante llamado a fundar una nueva colonia que, andando el tiempo, constituiría los Estados Unidos de Norteamérica.

Tras muchas vicisitudes y diversas expediciones marcadas por la codicia, que naufragaron en el fracaso o la piratería, dando lugar a la desparecida colonia de Roanoke, que se pierde en el misterio, exterminada por los indios, fue el impulso religioso el que dio la fuerza y la constancia para echar cimientos firmes al embrión de lo que luego sería una gran nación. Inconformistas religiosos, huyendo de la corrupción de la iglesia de Inglaterra, fueron los que fundaron, lo que John Winthrop, sintetizó en una frase sorprendente y visionaria, cual nuevo Moisés en el Éxodo: «debemos considerar que seremos como una ciudad sobre una colina, los ojos de todo el mundo nos miran».

John Harvard.

No eran iletrados sino que buscaron desde el primer momento asegurar la educación de sus vástagos, formándolos en la ortodoxia evangélica y en los principios morales de la Biblia. Ese fue el sentido con el que en 1636, con el que el reverendo John Harvard hizo su legación testamentaria, que dio lugar a la famosa Universidad, bien alejada de sus principios fundacionales: proporcionar levas de clérigos bien formados. Y ese el sentido también de la fundación de Yale por Elihu Yale, un erudito proveniente de una saga de piadosos puritanos que había emigrado de Boston por considerarla corrompida.

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Casi un siglo después, otro puritano, Cotton Mather reconoció que el tiempo había actuado en su contra y que la religión que los puritanos habían llevado a Norteamérica estaba cambiando hasta un punto que era difícil reconocerla. En 1702, publicó su obra más importante, Magnalia Christi America en donde sentenció que «la religión dio a luz a la prosperidad, y la hija destruyó a la madre». Notable diferenciación pues no olvidemos que los puritanos eran calvinistas y consideraban que en el justo la consecución de bienes terrenales, fruto de su trabajo y su esfuerzo, eran una manifestación de la predilección de Dios.

No era una diferencia entre la prosperidad y la religión, por tanto, sino entre la acumulación de bienes sin ética, sin orden natural. Esa dicotomía no ha hecho otra cosa que crecer y abrir un abismo en una Estados Unidos cada vez más polarizado; o entre un Estados Unidos, esa ciudad en la colina, que vive según los diez mandamientos y en el que la Palabra de Dios y el orden natural rige sus vidas y tienden a ser libertarianos, dispuestos a defender su libertad y la seguridad de su hogar y la tranquilidad de su comunidad con las armas; y un ente amorfo, de tendencia globalista, que considera al hombre autónomo de toda norma moral, poscristiano, diverso, trans, adoctrinador , esclavista, abortista, maltusiano, que ha llegado por la mentira irrestricta hasta el genocidio infamante con las timo vacunas. Ambos Estados Unidos no pueden convivir. No es una sociedad dual, pues una parte ha renegado de los principios fundacionales y los odia soñando distópicamente en un gobierno mundial. Es una sociedad confrontada y en conflicto a punto de estallar y es bueno que estalle.

Pero no adelantemos acontecimientos. Ese ambiente de los Padres Peregrinos, y en buena medida de los Padres Fundadores, rebrotó con fuerza en el Oeste de las carretas y los duelos. Fue el Gran Despertar. En torno a 1740 se produjo una generación de predicadores itinerantes que recorrían las fronteras predicando a los humildes, fue un movimiento espiritual de enorme alcance, que preparó emocionalmente a los norteamericanos para la Revolución y la Independencia. El patriotismo se fundió con el cristianismo no confesional y con la libertad. La Primera Enmienda rechaza específicamente la constitución de una Iglesia nacional y prohíbe al Congreso aprobar «cualquier ley concerniente a la instauración de una religión o que prohíba, en consecuencia, el libre ejercicio de un culto».

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El Segundo Gran Despertar, que comenzó en la década de 1790 y se desarrolló de nuevo en la frontera. fue llevado a cabo por evangelistas viajeros que realizaban encuentros multitudinarios encuentros al aire libre. En ese ambiente nacieron los adventistas y la Iglesia de Jesucristo o de los santos de los últimos días, conocidos como los mormones, que tras un éxodo épico, recorriendo planicies y montañas, entre 1846 y 1847, llegaron a Salt Lake City y dieron lugar al estado de Utah que ha sido uno de los más ricos, mejor educados y más observantes de la Ley.

Se conformó así el Medio Oeste, la región de las praderas y las Montañas Rocosas, como los estados de espíritu libertariano y fe en Dios y en la Patria; el llamado Círculo de la Biblia. En frente, estaban los intelectuales de la Costa Este y la ciudad del pecado, que por una extraña ironía, se llama San Francisco. Ambas han tenido una dialéctica de confrontación, la de los intelectuales ha minusvalorado a la otra, se ha situado en una posición de adoctrinamiento, pero parecían las fuerzas contrapuestas de una gran nación, hasta que la de las costas, la de las élites, la de las Universidades de élite y Silicon Valley han decidido doblegar a la otra, y en pleno sentido exterminarla, utilizando como instrumento a un corrompido Partido Demócrata, y a buena parte del Republicano, produciendo una inversión del sentido común, rompiendo la cohesión social en aras de la diversidad, y del sentido moral corrompiendo a los niños mediante el adoctrinamiento en la escuela, en todo desorden moral es promovido.

Los dos Estados Unidos se ahormaban en el concreto del imperio de la Ley y en la república, en el gobierno para el pueblo, por el pueblo, del pueblo, de Jefferson y Abraham Lincoln, pero el partido demócrata decidió provocar, dentro de su pulsión totalitaria y genocida, un fraude electoral colosal en los comicios de 2020, e imponer su agenda a golpe de mandatos por un viejo sobón y chocho, con graves lagunas y carencias, el más tonto y corrupto que encontraron, y el Estados Unidos, el auténtico, pues el otro es irreconocible, ha resistido a los embates enloquecidos y genocidas y ahora está pasando a la contraofensiva, en una regeneración de la nación y un rearme moral.