Catedrática María José Martínez Albarracín.
Desde hace algunas semanas estamos asistiendo a un goteo de noticias preocupantes sobre un aumento de casos de hepatitis infantiles desconocidas hasta ahora y con signos del extrema gravedad, puesto que aproximadamente uno de cada diez niños ha necesitado un trasplante hepático y ya se ha comunicado la primera muerte por esta causa. Según la agencia EFE el día 24 de abril se habían notificado 169 casos en 11 países, siendo España uno de ellos con 13 casos comunicados.
La edad de los pacientes oscila entre un mes y 16 años, no suelen tener fiebre aunque sí síntomas digestivos como vómitos, diarrea y dolores abdominales y no se han detectado en los enfermos los virus normales que suelen producir hepatitis, mientras que sí se han encontrado, en muchos casos, secuencias de adenovirus y del SARs-CoV-2. Lo curioso es que los adenovirus, incluso el adenovirus 41 que puede estar asociado con sintomatología de gastroenteritis, nunca han producido cuadros clínicos graves como la hepatitis, mientras que el SARs-CoV-2, supuesto causante del síndrome covid , así como las vacunas covid, sí que están relacionadas con hepatitis de diversa gravedad.
Por supuesto los voceros del sistema se han apresurado a decir que las vacunas covid no tienen nada que ver, antes incluso de que los expertos se pronuncien, pero la realidad parece mostrar indicios fundamentados de todo lo contrario. En primer lugar porque el síndrome covid, que afecta con mucha frecuencia al hígado, puede producirlo simplemente la proteína espiga del SARS-CoV-2, como muestran numerosos estudios, y dicha proteína es en la que se basan todas las vacunas covid, especialmente las génicas. En segundo lugar porque hay ya una buena cantidad de publicaciones científicas en las que se demuestra que dichas vacunas producen hepatitis. Y en tercer lugar porque esta “nueva hepatitis infantil” aparece justamente después de que muchos niños hayan sido vacunados innecesariamente con estos perjudiciales fármacos transgénicos.
Urge por tanto hacer un adecuado estudio epidemiológico constatando todos los posibles factores implicados en esta nueva epidemia, especialmente si los niños afectados o sus padres han recibido algún tipo de vacuna para covid. Y esto por lo siguiente:
Porque el propio estudio de Pfizer confirma que la inyección de ARNm se acumula en el hígado y causa hepatitis.
A pesar de que se asumió alegremente por la propaganda mediática que las proteínas de pico (espiga) se quedarían en el lugar de la inyección, el propio estudio de Pfizer así como el estudio de biodistribución de esta vacuna realizado por la Agencia Reguladora Japonesa, muestran que el contenido de la inyección pasa al torrente sanguíneo y se acumula en diversos órganos, principalmente en hígado, bazo, glándulas suprarrenales y ovario. La mayor concentración de esta proteína tóxica, así como la de las no menos tóxicas nanopartículas lipídicas que contiene, termina en el hígado, que es el órgano encargado de su eliminación y en los animales que recibieron la inyección de Pfizer se observó daño hepático y elevación de las enzimas características de la hepatitis ( AST, ALT, GGT y fosfatasa alcalina).
Este fue el motivo por el cual los investigadores Aldén et al. del Departamento de Ciencias Clínicas de la Universidad de Lund, examinaron el efecto de la inyección de Pfizer en una línea celular de hígado humano in vitro, e investigaron si se puede transcribir de manera inversa en ADN a través de mecanismos endógenos. Publicaron su artículo en la revista Current Issues of Molecular Biology. Los autores del artículo descubrieron que cuando la vacuna de ARNm de Pfizer ingresa a las células hepáticas humanas, activa el ADN de la célula que se encuentra dentro del núcleo para aumentar la producción de la expresión del gen LINE-1 para producir ARNm. Luego el ARNm sale del núcleo y entra en el citoplasma de la célula donde se traduce en la proteína LINE-1. Un segmento de la proteína llamado marco de lectura abierto-1, u ORF-1, regresa luego al núcleo donde se une al ARNm de la vacuna y se transcribe de manera inversa en ADN de proteína espiga.
Al realizar el estudio, también encontraron estas proteínas de punta expresadas en la superficie de las células hepáticas que, según los investigadores, pueden ser atacadas por el sistema inmunitario y posiblemente causar hepatitis autoinmune, ya que ha habido informes de casos de personas que desarrollaron hepatitis autoinmune después de dicha vacunación.
Los investigadores Bril et al (2021) descubrieron que los casos graves de covid se caracterizan por una desregulación autoinflamatoria que contribuye al daño tisular, del que parece ser responsable la proteína de punta del virus. También informaron que la histología reveló la presencia de eosinófilos, que se observan con mayor frecuencia en lesiones hepáticas inducidas por fármacos o toxinas, aunque también se pueden encontrar en casos de hepatitis autoinmune.
Y no se puede alegar desconocimiento porque es bien sabido ya desde el primer SARs-CoV que la proteína espiga y las vacunas basadas en ella producen hepatitis. En el 2004, Weingartl y colaboradores publicaron un estudio en Journal of Virology en el que reportaron que los modelos animales (hurones) que recibieron la vacuna vectorizada rMVA (basada en la proteína Spike) contra SARS-CoV desarrollaron hepatitis fulminante. En sus conclusiones se puede leer:. “nuestros datos sugieren que la vacunación [basada en] la proteína Spike de SARS-CoV puede conducir a daño hepático marcado luego de una infección con SARS-CoV. Esta información es muy importante para el desarrollo de vacunas SARS seguras. Debe tenerse una precaución especial en los ensayos humanos con las vacunas SARS dado el potencial de daño hepático de la inmunización y la [posterior] infección»
De hecho, en el párrafo final del resumen del estudio se puede leer: «nuestros datos sugieren que la vacunación con el rMVA que expresaba la proteína S de SARS-CoV se asoció con hepatitis marcada».
https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/15507655/
Se podrá argumentar que no todos los niños que han sufrido esta hepatitis severa estarían vacunados con Pfizer-Biontech, ya que también se han dado casos en menores de cinco años, pero es curioso que se asocie un adenovirus a dichos casos y que sea especialmente en el Reino Unido donde más casos se han dado de esta nueva hepatitis. Pues bien, es precisamente en Reino Unido donde más se ha puesto la vacuna covid de AstraZeneca, incluso en niños, ya que es de diseño británico y que dicha vacuna está basada en un adenovirus recombinante de chimpancé que codifica la proteína espiga. Estos virus transgénicos resultan muy peligrosos, precisamente por su capacidad de recombinarse con otras secuencias génicas y volverlas tóxicas para las células, siendo además transmisibles a otros individuos, especialmente si mantienen con ellos un estrecho contacto, por este motivo es imperioso investigar si los padres o familares directos de estos niños enfermos de hepatitis recibieron también la inyección de AstraZeneca.
Por cierto, en España, todos los profesores vacunados han recibido al menos dos dosis de esta inyección de AstraZeneca para covid.
REFERENCIAS: