AYÚDANOS A COMBATIR LA CENSURA: Clicka aquí para seguirnos en X (antes Twitter)

FIRMA AHORA: El manifiesto contra el genocidio de los niños


¿Cómo lograron Putin y el conservadurismo ruso la hegemonía cultural en su país?

Rubén Martínez




El historiador de la Universidad de Murcia Sergio Fernández Riquelme publicó en abril de 2020 un extraordinario ensayo titulado El renacer de Rusia: De las ruinas de la URSS a la democracia soberana de Vladímir Putin en el que analiza en detalle cómo el pensamiento conservador logró, en pocos años, la hegemonía cultural.

En opinión de Fernández Riquelme, el «putinismo» se divide en dos fases. La primera, en la que se muestra como «aparentemente ajeno a valores ideológicos claros más allá de la personificación del poder» y la segunda en la que se va configurando en «un sistema de democracia dirigida y soberana donde autoridad y jerarquía se convertían en sus pilares básicos, y que se justificaba por la salvaguarda de los valores tradicionales y conservadores de la civilización como idea imperial rusa».

El historiador explica que esta nueva versión de la «idea imperial rusa» pivota en dos planos: «en el internacional como marca de identidad propia en el escenario global occidentalizado, y en el nacional como imaginario colectivo de unificación ideológica para su propia legitimación político-social».

Con esta argamasa ideológica, Putin comenzó a ser observado por la ciudadanía rusa y la comunidad internacional como «ese líder fuerte y necesario para recuperar la independencia y dignidad de un pueblo, entre un pasado soviético a integrar en lo positivo (que él vivió en su supuesta gloria, y en su real y humillante final), un presente todavía marcado por la considerada funesta occidentalización radical, y un futuro basado en certezas tradicionales de siempre».

En otras palabras, siempre según la valoración de Sergio Fernández Riquelme, Putin ha logrado a nivel interno «la simbiosis ente autoridad política y la convivencia multinacional, la superación histórica del conflicto entre el referente ortodoxo y la herencia soviética, y el actual equilibrio entre tradición y modernidad al servicio del progreso ciudadano».

Respecto a su política internacional, la Rusia de Putin se ha reinvindicado activamente como un actor global clave, «defendiendo una justa igualdad en un mundo necesariamente multipolar y enarbolando la bandera de los valores morales tradicionales como modelo de desarrollo humano». «Frente a un occidente que había traicionado esos valores civilizatorios con su liberalismo y tolerancia sin freno, Rusia aparecía en escena como líder de un ideal conservador y soberano que parece haber funcionado interna y externamente», detalla Fernández Riquelme en El renacer de Rusia.

NO TE LO PIERDAS:   La democracia peligra en Nueva Zelanda

Sergio Fernández Riquelme: El renacer de Rusia: De las ruinas de la URSS a la democracia soberana de Vladímir Putin. Letras Inquietas (Marzo de 2020)

CLICKA AQUÍ PARA COMPRAR