Luis Bru.
Rafa Nadal es la viva imagen del dolor. Le cuesta respirar. Es como si una aguja se le clavara. La proteína Spike hace su terrible labor. El titán del tenía ha caído en la trampa de su amigacho Bill Gates. Ha llevado la secuencia lógica después de ser inyectado por el veneno de muerte. Dio positivo en coronavirus, porque le han infectado, y luego ha sobrevenido el desastre. Se acabó Rafa Nadal. RIP.
Toda una vida dedicada al tenis tiene esta final dantesco. Antes de eso, la propaganda de la timo vacuna de su amigacho Gates, el psicópata, el calificativo de «egoístas» a quienes con coraje se han negado a la matanza y el penoso suceso australiano con su exaltación de las normas totalitarias. Buen tenista, pésimo hombre.
Rafa Nadal, que perdió la final de Indian Wells ante Taylor Fritz, detalló tras el partido los problemas físicos en el pecho que sufrió durante el encuentro y que le impiden respirar con normalidad.
Todo lo que puedo decir es que respirar es difícil para mí. No sé, cuando intento respirar es doloroso y muy incómodo», explicó a los periodistas.
«No sé si es algo en las costillas, no lo sé aún. Cuando respiro y cuando me muevo es como si tuviera una aguja dentro todo el tiempo. Me hace sentirme un poco mareado porque es doloroso. Es un tipo de dolor que me limita mucho. No es solo por el dolor: no me siento muy bien porque me afecta a mi respiración».