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Losantos evita en su querella pedir a Enrique de Diego los 500.000 euros que solicitaba en el acto de conciliación

Redacción




Luis Bru.

Federico Jiménez Losantos -procesado por delito de odio en el Juzgado de Instrucción número 27- ha cumplido su amenaza y ha presentado querella por injurias y calumnias contra Enrique de Diego, editor de Rambla Libre. La querella es un calco del escrito para el acto de conciliación con una importante salvedad, Losantos no fija la responsabilidad civil en 500.000 euros como hacía en el escrito de conciliación.

Esto puede deberse a que Losantos ha escuchado a César Vidal que le afeó la abultada cantidad y ha tenido piedad. Pero en las injurias y calumnias las penas son de cárcel y Losantos no tiene fama de magnánimo. Otra interpretación es que no ha querido pillarse las manos, o se lo ha aconsejado su letrada María Dolores Martínez de Prado y Heredia, por si pierde la querella y la cuantía de las costas se le montan en un pico, pues se calculan con respecto a la cuantía demandada. Y una tercera es que, sabedor de que ha sido procesado por delito de odio, y siendo los textos de Enrique de Diego contestación a su furibunda y totalitaria campaña en pro de la inyección del veneno de muerte, con más pasión que Bill Gates, está seguro de perderla.

Losantos -que comete errores de lego y principiante en la endeble querella, impropios de una letrada entrada en años como María Dolores Martínez de Prado, «de minutas carísimas y pésimos resultados», según sus clientes- se define como «periodista», sin estudios que lo acrediten, definió a todo al que no inyectara el veneno de muerte como «ratas» y «cucarachas» y bramó echando espumarajos a «matarlos» y «exterminarlos», como un genocida locutor hutu. También impuso la timo vacunación obligatoria en su empresa, ilegalmente, pues dijo que «aquí no entra nadie que no se haya (timo) vacunado».

Otras novedades es que Federico Jiménez Losantos se ofrece a declarar como testigo, cuestión que se dirimirá el 28 de marzo a las 11,30 horas, y también solicita que acuda como testigo, no se sabe bien porqué, Javier Somalo, su lacayo mayor de Libertad Digital. Enrique de Diego declarará el 6 de abril.

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Losantos demuestra ser un ávido lector de Rambla Libre y recorta una serie de artículos en los que se refiere a él como «gilipollas, tonto, lameculos, analfabeto funcional, enano globalista, eres la voz de su amo, te vendes al mejor postor, manipulas más que hablas, y luego pasas la gorra a la Comunidad de Madrid y al gobierno de Andalucía y puede que a las farmacéuticas, patético garbancero, totalitario contumaz, enemigo de la libertad personal, propagandista del genocidio, patético hijo de puta, pigmeo moral, chapero, mentecato, mequetrefe…» Nada que no haya dicho él antes y que haya justificado por la libertad de expresión, sólo que Losantos tiene una idea patrimonial de esa libertad, como algo de su propiedad que está bien cuando él la ejerce, y mal cuando la ejercen otros, como Enrique de Diego, hasta merecer la cárcel. Doble vara de medir, esquizofrenia moral, incoherencia manifiesta.

Especial relevancia concede Losantos cuando le tocan la faltriquera: así considera injuria o calumnia, o las dos cosas, el rata, decir que «ni un euro al club de amigos de Libertad Digital», «ni un euro a la genocida Libertad Digital» y «que no se done ni un euro ni un céntimo a la empresa antipatriótica y genocida Libertad Digital, que se abandone inmediatamente el Club de Amigos», «hacerles donación es una forma de suicidio, más que el club de amigos tiene el club de enemigos». Este mequetrefe ha perdido el Oremus, ¡cuando él mismo decía que «se vayan»! Hombre, a una empresa que te llama «rata» y «cucaracha» y te quiere «matar» y «exterminar» lo lógico es no darle ni el pan ni la sal, por mero instinto de supervivencia, ya lo de menos es que Losantos ha cogido el dinero y ha echado a correr.

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Sobre el escandaloso comportamiento del Consejo de Administración comandado por Federico Jiménez Losantos, y, entre otros, Luis Herrero, Dieter Brandau y Javier Somalo, quienes habitualmente hacen críticas éticas que ellos no viven. César Vidal, siempre sereno y prudente, no puede por menos que valorar que Libertad Digital y Es Radio «se ha convertido en el puerto de arrebatacapas», y en más de lo mismo: «en lugar de buscar el bien común, se ha intentado beneficiar a una cúpula privilegiada y, en ocasiones, arrojar migajas a algunos paniaguados de la base para que ayudaran a mantener el sistema».

Libertad Digital SA ha perpetrado un hecho escandaloso. En 2018 el Consejo de Administración se reparte la friolera de 996.244,32 euros. Y en 2019 más de lo mismo: otros 900.000 euros de bellón. «Me deja sin palabras -indica el ético César Vidal- lo que usted me dice.  Creo recordar que en mis tiempos, por cada asistencia al consejo – dos o tres al año – se cobraba unos cien euros.  Los miembros del consejo – fue, desde luego, mi caso – estábamos allí de manera altruista y porque creíamos en el proyecto.  Si, efectivamente, se han repartido casi un millón de euros en 2018 es para pensar que está pasando algo muy grave y no sólo en términos económicos».

Lo que se nota es un resquemor y un resentimiento porque en el ex Club de Amigos no debe haber quedado nadie, ni el apuntador, y Losantos culpa a Enrique de Diego, con lo cual sobrevalora su influencia o no, pero, en principio, los purasangre son líderes de sí mismo y están llamados a salvar la Humanidad, testamento del gran Luc Montagnier, que para Libertad Digital tenía un mal envejecer. Lo contrario que Losantos, ¡venga ya!

Toda acción legitima y exige una reacción y ésta la tendrá.