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Carta del Editor: El invierno va a ser largo y frío en Alemania

Redacción




Enrique de Diego.

El 6 de diciembre de 1941 se inició la contraofensiva rusa en el frente de Stalinagrado. Señaló el punto en que Hitler perdió el control de la guerra. También el momento en que los soldados rusos, el pueblo, demostró mayor entereza ante el sufrimiento y mayor capacidad de lucha. El pueblo ruso está acostumbrado al sufrimiento y al esfuerzo; es un pueblo guerrero.

La guerra es momento de mucha emotividad. Y está siendo alimentada y aprovechada por las élites y la desacreditada dirigencia política, con la comparsa de los medios de comunicación. Algunas patrañas no se sostienen en pie, como la de pretender pasar por un héroe a Volodímir Zelenski cuando no es más que un botarate degenerado y muy corrupto, protagonista de los papeles de Pandora, poseedor de una fortuna oculta y blanqueador de dinero de los magnates. Un hombre de George Soros que ha convertido a Ucrania en una auténtica cloaca, con Femen en primera línea de la degradación. Zelenski es ese tipo de dirigente que le gusta al nuevo desorden mundial: saltimbanqui, lleno de vicios y corrupciones.

Europa ha reaccionado con notable hipocresía a la reivindicación de Vladimir Putin, ex oficial de la KGB, que ha de regir como un zar un auténtico imperio, del «espacio espiritual» en el que Kiev es la capital del Rus de Kiev, de donde surgió Rusia; para Putin «el pueblo ruso y el ucraniano son hermanos», una misma cosa, algo que sueña a la vuelta de Ucrania a la Federación Rusa. Digo que Europa ha reaccionado con una pulsión hipócrita y con notable cobardía, porque si tanto ama al doliente pueblo ucraniano debería haber tomado posiciones en Ucrania, pero allí no hay ningún soldado OTAN.

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En vez de eso ha desatado una auténtica guerra económica que pretende convertir a Putin en un «paria» de la economía global. Extrayendo conclusiones de «La paz perpetua» de Inmanuel Kant habría de conducir, acorralando al pueblo ruso, a la tercera guerra mundial y la última. Las sanciones molestan pero nunca han resuelto nada. La putrefacta dirigencia europea reaccionado con supina emotividad ultrajada ha dado la impresión de respirar aliviada para ocultar sus crímenes con el coronavirus. Putin es ahora el virus, con las mismas técnicas de desinformación y la misma carga de mentira. Presa del pánico ha sobreactuado sin medir las consecuencias.

La pseudo ideología del ecopacifismo y la grosera mentira del calentamiento global ha dejado a Europa dependiente del gas ruso y en mucha menor medida del argelino, siendo Argelia un firme aliado de Rusia, para no aterirse frío. De repente, los dirigentes europeos, con sus energías renovables que son un sustancioso negocio de subvenciones, pero han creado una notable dependencia energética, han dado un portazo al gaseoducto ruso, cuando no están en condiciones. Gazprom, el gigante ruso, exporta gas natural a Europa pasando por gasoductos en países como Ucrania (donde posee dos oleoductos). El 60 % del gas natural consumido en Austria proviene de Gazprom, el 60% en Alemania y el 20 % en Francia. A otros países, como EstoniaFinlandia y Lituania les provee de la totalidad de su suministro de gas.

Esto introduce una pulsión de racionalidad para cuando concluyan los cuentos de David contra Goliat. ¿De dónde sacarán las naciones del norte de Europa gas para calentarse, cuando dependen en tan grandes, inmensas proporciones del gas ruso? De ninguna parte. El gas alcanzará precios insospechados y los alemanes, entre otros, se entumecerán de frío. Será un largo y gélido invierno. Hasta las primeras semanas de mayo en Alemania no hay quien viva, en Noruega hasta junio, en Finlandia, Lituania y Estonia donde el 100% de las calefacciones dependen de Gazprom. La gente se va a rebelar, habrá disturbios sociales por toda Europa, la ecopacifista, la desnuclearizada, la solidaria, la mentirosa Europa se morirá de frío, nadie se va a creer la patraña del calentamiento global. Y van a caer los gobiernos e incluso la burocratizada y corrupta Bruselas estará en peligro. Al tiempo. El frío despierta mucho las mentes y eleva la indignación a cotas inimaginables.

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Putin ganará la guerra económica de calle merced al gas y al general invierno. Los alemanes en 1941 morían por congelación…