Enrique de Diego.
Hablo en términos esenciales, no quiero decir que no vaya a haber accidentes peligrosos y nuevos ataques, que los habrá, pero el «nuevo orden mundial», en propiedad el nuevo desorden mundial, el caos, ha fracasado. Ya no lleva la iniciativa. Se bate en retirada en todos los frentes en la plandemia, de hecho ha desaparecido ésta de los primeros puestos de los informativos, cuando no casi por completo, arrumbada por la intervención de Rusia en la pocilga sorosiana de Ucrania.
Ha encontrado una resistencia que no se esperaba, como ha reconocido de muy mal humor en la Conferencia de Seguridad, en Munich, Bill Gates; la gente que se opone ya no es un grupito de iniciados, estar en la resistencia ya no es cosa de los tildados como conspiranoicos, sino que es una ola creciente. que ha restallado con fuerza en Canadá, dejando tocado a Justin Trudeau, a todo su Gobierno y al Parlamento. Trudeau ha mostrado su personalidad débil y, al tiempo, su pulsión tiránica. Ahora viene la rebelión en Estados Unidos, en la que tantas esperanzas están puestas, con un nuevo «convoy de la libertad», cuyo destino en Washington.
Tenga en cuenta el avisado lector que hace unos pocos meses los argumentarios de las castas política y mediática eran la vacunación obligatoria y el pasaporte covid; el programa máximo e irrestricto, todo eso ha desaparecido por la resistencia creciente, el fracaso de la letal tercera dosis y los gobiernos han tenido que recular a la carrera. Se ha ganado la guerra, como en la segunda guerra mundial se ganó tras la batalla de Stalingrado y, más aún, tras la apertura de un segundo frente con el desembarco de Normandía.
Es ya conocido que tiene corrompidos a los políticos y que domina los medios de comunicación, ha labrado su derrota. Hoy en día citar al New York Times, al Washington Post, o al The Guardian o a la CNN es un elemento de falta de credibilidad y de desprestigio. Los medios están desprestigiados, al igual que los políticos, como viles traidores.
La resistencia ha demostrado gran versatilidad, inventiva y creatividad. Las redes sociales llamada alternativas florecen cada día más, Telegram, Gab, Parler y la nueva de Trump, mientras las clásicas retroceden en su afán censor, y Meta languidece, por ser la que más ha apostado por el globalismo. Los digitales de la resistencia han hecho también su labor heroica y eficaz. Rambla Libre, por ejemplo, ha tenido subidas de audiencia del 3.ooo por 100. En España, igualmente han disparado su audiencia Euskalnews y El Diestro, y son muy seguidos esfuerzos personales como los de Luys Coleto en El Correo de España y Juan Manuel de Prada en Abc.
Los próximos ataques del globalismo serán contestados de inmediato, como las «vacunas contagiosas», que funciona por el aire, un virus patógeno, en las que están trabajando Bill Gates y Anthony Fauci, y la ofensiva vegana de Bill Gates, que hemos empezado a combatir desde Rambla Libre con carácter preventivo, por sus perniciosos efectos sobre la salud y el medio ambiente; uno de las mitologías falsas de la calentología.
En medio de todo esto, ha venido la invasión de Ucrania, un duro golpe para George Soros y para todo el globalismo, por Vladimir Putin, un personaje refractario al nuevo orden mundial, y contra el que los Estados Unidos y la Unión Europea han desatado una guerra económica, de imprevisibles consecuencias a largo plazo, pero que a corto va a representar un encarecimiento de las energías, con el gaseoducto ruso boicoteado, lo que traerá muy graves consecuencias para Alemania y para su pueblo y para el conjunto de la Unión Europea, que ha caído en las redes demagógicas de la calentología, prohibiendo la energía nuclear, no se sabe por qué, y el carbono. Súmese al brebaje, un petróleo en ascenso, para atisbar un incremento de la inflación y un empobrecimiento de las sufridas clases medias. Seguramente esta demagogia gravosa de los políticos y los burócratas de Bruselas terminará siendo contestada por sus poblaciones en forma de revueltas, protestas y rebeliones, que acabarán con unos Gobiernos con la legitimidad de ejercicio hecha añicos. Viene, imparable, la rebelión de las clases medias.