Luis Bru.
La televisión vuelve imbéciles la gente, como se ha visto en esta plandemia. Pero también se precisa ser imbécil para trabajar en televisión y más aún para tener un programa. La primera imbécil -de alelada, con poco seso- es Ana Rosa Quintana que estando enferma de cáncer y se inyecta, como inmunodeprimida; la consecuencia es un empeoramiento y el abandono del programa.
El segundo imbécil en Risto Mejide que se infecta al ponerse el segundo pinchazo y reincide. Total, el «coleccionista de variantes». Otra imbécil es Nuria Roca, que es infectada y se sorprende. Como la imbecilidad es trasversal, tenemos a Bertín Osborne diciendo las mismas chorradas de la propaganda: que tiene síntomas leves.

Antonio Resines puede ser considerado un producto televisivo, pero ese debe ser considerado subnormal. Ingresado en la UCI del Hospital Gregorio Marañón el 22 de diciembre, su familia todavía salió a desmentir que se hubiera puesto la dosis de refuerzo.