Enrique de Diego.
La OMS, la voz de su amo Bill Gates, se bate en retirada. Hans Kluge, director regional en Europa de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha afirmado que «es plausible que la región se acerque al final de la pandemia», aunque ha subrayado que sigue siendo necesario en estos momentos «llamar a la prudencia» habida cuenta de la «versatilidad del virus». En el lenguaje de la mentira habitual en la OMS y la clase política y los medios de incomunicación es lo más parecido a una rendición incondicional.
Pero nadie nos va a quitar esta victoria, ninguno de los lacayos genocidas de Bill Gates, ni Hans Kluge ni Tedros Adhanom, ese pistolero garrulo, que ha dominado la escena en los primeros compases, metiendo el pánico y prohibiendo los tratamientos baratos y eficaces como la ivermectina y la hidroxicloroquina, a fin de que se perpetrara el gerontocidio en las UCI, con César Carballo en primera línea, y en las residencias de mayores.
En mi anterior Carta del Editor titulada «Esto no aguanta ni dos meses» empezaba diciendo que «con cierta frecuencia em preguntan: ¿cuánto va a durar esto? Como tiendo al optimismo, fundamental para un guerrero, un soldado de Cristo, suelo responder, para dar un margen de error, que no dura más de dos meses. Aunque en realidad pienso que esto no dura dos semanas».
Ha sido la heroica y creciente resistencia de los purasangres la que ha conseguido la victoria. Estas declaraciones se producen un día después de que por todo el globo se produjeran manifestaciones contra la tiranía que se quería imponer; un día después de la marcha a Washington. Semanas después de que, sin medios, sin propaganda, se sublevarán y demostrarán que éramos de esa gente que nunca se rinde. Bruselas estaba a punto de estallar.
Los auténticos científicos
En primer lugar, es una victoria de los auténticos científicos que no se han dejado comprar, que han sido insobornables. Hombres y mujeres preclaros con los que la Humanidad tiene una deuda de gratitud inmensa contraída, como el gran, el inmenso Luc Montagnier, Premio Nobel de Medicina, el Dr. Paul Alexander, el Dr. Byram Bridle, el Dr. Geert Vanden Bossche, la Prof. Dolores Cahill y los Dres. Sucharit Bhakdi, Ryan Cole, Richard Fleming, Robert W. Malone, Peter McCullough, Mark Trozzi, Michael Yeadon, Wolfgang Wodarg y Vladimir Zelenko, Karina Azavedo, la Catedrática Marí José Martínez Albarracín, y mucho más, menos que los «expertos» lacayos, pozos de mierda, a sueldo de las farmacéuticas.
La Resistencia
Luego es tuya, querido lector, que te querían convencer, que te insultaban como negacionista y terraplanista, y decidiste resistir a la mentira genocida. De Fernando López Mirones, de Médicos por la Verdad, de Padres por la Verdad, de Chalecos Blancos, de Policías por la Libertad, de la Asociación Liberum…que sin más recursos que su dignidad y su coraje han provocado una ola y luego un tsunami de resistencia maravillosa y fraternal, que ha eclosionado en la primavera valenciana, en la vasca, en la catalana, en la gallega, en la madrileña, tantas y tantas primaveras adelantadas de las que los medios no se han hecho eco.
Ya dije que a Austria le cabe el honor de haber tenido la gran victoria, el Stalingrado de esta guerra, detrás de la cual sólo habría éxitos, pero no hay que desmovilizarse, ahora viene revertir la situación y exigir responsabilidades a nuestros politicastros, indigentes mentales, genocidas compulsivos. Y las responsabilidades son abrumadoras. ¡Para qué ha habido que timo vacunar a los niños en este final agónico del genocidio! ¡Dios mío, ¿por qué? La historia del crimen horrendo tiene nombres y apellidos, tiene escritos con letras de sangre Pfizer, Moderna, AstraZeneca, Janssen & Janssen…
La guerra continúa hasta que se depuren responsabilidades
Tantas vidas cercenadas, maltrechas, pienso en Mariló y en Johanna, tanta REPETINITIS, tanto «efecto adverso», tanta enfermedad autoinmune, tantos que han perdido el trabajo, tantos que han tenido que luchar por su libertad. Esta guerra terminará cuando los culpables sean enjuiciados: Bill Gates, Tedros Adhanos, Anthony Fauci, Joe Biden, Bergoglio, el del «acto de amor», el cojón del Anticristo, Emmanuel Macron, Boris Johnson, Ursula von der Leyden, Ángela Merkel, Pedro Sánchez, Pablo Casado…todos han atacado a sus poblaciones y deben pagar por ello.
La guerra del abuelo y Marck Zucbergerg con la temperatuva: Estamos prevenidos
La guerra, pues, continúa. También en otros frentes. En la guerra que trata de provocar Joe Biden en la nazi Ucrania para esconder su fraude y su fracaso. Y ahora viene la estupidez máxima, el cambio climático, que primero fue glaciación, luego calentamiento y por último cambio climático, que es más confuso, que ya anda el loco eugenésico de Bill Gates con un libro sobre Cómo evitar un desastre climático, y es muy sencillo poniéndole a buen recaudo en un buen frenopático. Ya un directivo de la CNN con dos copas de más se pavoneó que ya tenían preparado la campaña. Fantasmilla. Ni caso y a combatirla los purasangres a tope.
Ya el imbécil de Mark Zuckerberg pone una estúpida llamadita en Facebook a que «consulta cómo está cambiando la temperatura media en tu zona». Otro niñato que precisa una noche de horcas y antorchar.